https://doi.org/10.34024/prometeica.2024.31.16491
EL DISCURSO SOBRE LA INDUSTRIA FORESTAL EN LAS REVISTAS APSI Y ANÁLISIS (1974 A 1986)
THE DISCOURSE ON THE FOREST INDUSTRY IN APSI AND ANALISIS MAGAZINES DURING THE YEARS 1974 TO 1986
O DISCURSO DO SETOR FORESTAL NAS REVISTAS APSI E ANALYSIS DURANTE OS ANOS 1974-1986
Felipe Maurelia Burgos
(Universidad de La Frontera, Chile)
f.maurelia01@ufromail.cl
Stefanie Katleen Pacheco-Pailahual
(Universidad de La Frontera, Chile)
stefanie.pacheco@ufrontera.cl
Luis Nitrihual Valdebenito
(Universidad de La Frontera, Chile)
luis.nitrihual@ufrontera.cl
Recibido: 22/03/2024
Aprobado: 28/08/2024
RESUMEN
Esta investigación tiene como objetivo analizar las construcciones discursivas producidas por las revistas de oposición a la dictadura civil/militar en Chile, APSI y Análisis, en torno a la industria forestal chilena durante los años 1974 a 1986. Mediante un abordaje cualitativo se utiliza un modelo metodológico cualitativo con base en el Análisis Crítico del Discurso (ACD) para analizar el corpus de reportajes y notas de prensa. Como resultados se encuentran cuestionamientos débiles al modelo del duopolio forestal, una construcción dual de bosque y la persistencia del racismo a través de una visión arcaizante y paternalista para con el pueblo mapuche.
Palabras clave: discurso. plantaciones forestales. extractivismo. medios de comunicación.
ABSTRACT
The objective of this research is to analyze the discursive constructions produced by the magazines of opposition to the civil/military dictatorship in Chile, APSI and Análisis, about the Chilean forestry industry during the years 1974 to 1986. Through a qualitative approach, a qualitative methodological model based on Critical Discourse Analysis (CDA) is used to analyze the corpus of reports and press releases. The results show weak questioning of the forestry duopoly model, a dual construction of the forest and the persistence of racism through an archaizing and paternalistic vision towards the Mapuche people.
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1 Es parte del trabajo del proyecto ATE220063 y el DI21-078. Universidad de la Frontera.
Keywords: discourse. forestry plantations. extractivism. mass media.
RESUMO
O objetivo desta pesquisa é analisar as construções discursivas produzidas pelas revistas de oposição à ditadura civil/militar no Chile, APSI e Análisis, em relação à indústria florestal chilena entre 1974 e 1986. Por meio de uma abordagem qualitativa, um modelo metodológico qualitativo baseado na Análise Crítica do Discurso (ACD) é usado para analisar o corpus de relatórios e comunicados à imprensa. Os resultados mostram um fraco questionamento do modelo de duopólio florestal, uma construção dual da floresta e a persistência do racismo por meio de uma visão arcaica e paternalista do povo mapuche.
Palavras-chave: discurso. plantações florestais. extrativismo. meios de comunicação social.
A partir del siglo XIX los medios de comunicación adquieren dimensiones centrales en la sociedad público occidental. Ya que, además de concentrar información, conceptualizar o destacar ciertos hechos u opiniones, comienzan a desarrollar y ostentar poder político y económico (Thompson, 2017), el que se hace latente en el discurso y el uso de su capacidad intencional (Van Dijk, 2016). De esta forma, realizan pautas de lo que se dice, cómo se dice, quién lo dice, además de construir procesos de mediatización desde donde se producen y re-producen discursos que ejercen influencia en la opinión pública (Thompson, 2017). Así, median en conversaciones íntimas, sociales, políticas y forman parte de la construcción social de una o varias realidades (Mayorga Rojel et al., 2013).
A su vez, son creadores de mensajes y opiniones que se acercan a propósitos ideológicos y/o económicos afines a ellos mismos (Castells, 2009). Áreas temáticas como la política, sociedad, tecnología, creación intelectual, de propiedad o económica están mediatizadas discursivamente. Esta última posee mayor relevancia en sociedades actuales, vinculándose con industrias de producción o extracción de recursos.
En Chile, las industrias de extracción de recursos naturales son las que mayor aporte generan al PIB, por lo que son materia de discusión política ideológica, legislativa y pública/privada, también se caracterizan por estar concentradas en propiedad de privados; ya sea en multinacionales o sectores oligárquicos nacionales. Las tres grandes áreas de estas son la minería, la agricultura y la forestal. Esta última, bajo la mirada del extractivismo forestal, tiene sus inicios durante el siglo XIX, donde el proceso colonizador por parte del Estado se dificulta debido a la vegetación, lo que obliga a talar y destruir bosque nativo, construir caminos y dar inicio a conflictos con familias/comunidades mapuche. Esto trae consigo expropiación de hectáreas al sur, para su posterior venta y quema de bosque para desarrollar terrenos de pastoreo, agricultura y silvicultura (Klubock, 2006, 2012).
A su vez, tanto la industria minera como el avance civilizatorio bajo la figura del ferrocarril exigían madera para su funcionamiento (J. Pinto Rodríguez & Órdenes Delgado, 2015), por lo que la plantación de monocultivos (pino radiata y eucaliptus) se transformó en una necesidad tanto para consumo industrial como para exportación.
Este proceso y asentamiento forestal en las regiones no solo obtuvo apoyo y financiamiento por parte del Estado. Los medios de comunicación desde fines del siglo XIX y todo el siglo XX dieron énfasis a la modernización e industrialización de las empresas y los beneficios económicos que obtendrían tanto el país como sus ciudadanos. Agustín Edwards Mac-Clure, fundador del periódico El Mercurio de Santiago, en su libro “Mi Tierra” de 1928, plantea una visión salvaje e indómita del territorio al sur de Concepción, con bosques indomables y comunidades que requerían dominación por parte del Estado (Durán Villarreal, 2003).
Lo anterior se observa en editoriales, columnas de opinión, noticias y reportajes en los medios de comunicación desde fines del siglo XIX y todo el siglo XX, donde periódicos como El Mercurio buscaron instalar la necesidad de explotar económicamente el territorio al sur del Bío-Bío (Del Valle Rojas, 2005; Valle, 2021), justificando una invasión a través de la construcción negativa de las comunidades mapuche y el territorio (Del Valle Rojas & Osorio Solano, 2018).
Es así que hace 50 años en Chile y bajo el decreto de ley DL-701 en 1974 durante la dictadura cívico- militar de Augusto Pinochet se consolidó un modelo de industria forestal. Sin embargo, la extracción de recursos naturales ya contaba con apoyo estatal. La ley de bosques de 1925 y el decreto 4363 de 1931 establecían libertad de plantar monocultivos con incentivos económicos (bonificación por plantación y exención tributaria) que variaban según el lugar y la expropiación de terrenos particulares para los mismos fines. Este clima industrializador desarrolló conflictos con distintas comunidades, los que se buscaban aplacar con la incorporación de las mismas a las industrias, un claro ejemplo de aquello es la extensión del DL-701 en 1998 con la ley 19.561 por medio de INDAP que permitía el ingreso de pequeños empresarios madereros (Monje-Hernández, 2020).
Durante este periodo de desarrollo, instalación y consolidación de un modelo forestal, los medios de comunicación y periódicos afines jugaron un rol estratégico, sin embargo, es a partir de este contexto que nuestro objetivo es observar las construcciones discursivas durante los años 1974 a 1986 en torno a la industria forestal por parte de medios de prensa contrarios a este.
La industria forestal, entendiendo a ésta como la deforestación de bosque nativo y plantación de monocultivos en una extensa cantidad de hectáreas, se remonta a prácticas coloniales originadas en el siglo XIX. Esto debido a que “durante y después de la colonización, los conceptos de tierra y territorio se asociaron gradualmente a su significado productivista (González-Hidalgo et al., 2019, p. 95)”.
De esta forma, los motivos iniciales de la quema de bosque nativo responden a la crisis económica y alimentaria que sufrían las ciudades en el norte (J. M. Pinto Rodríguez, 2021). Fue a fines del siglo XVIII, gracias a la industria minera, que se instauró la deforestación como vía de obtención de recursos (Prado D., 2015). Esta se acrecentó a principios del siglo XIX, promovida por el propio Estado, para el asentamiento de colonos con el fin de ordenar el territorio y fomentar el uso agrícola1 (Klubock, 2006, 2012; J. M. Pinto Rodríguez, 2021).
En 1974, bajo la dictadura cívico-militar, el Estado implementa el decreto de ley 701. Este permitiría la exención tributaria y el financiamiento de los costos de plantación a privados, lo que consolidó un duopolio, representado por CMPC y Arauco, quienes junto a Masisa S.A., poseen casi el 60% del total de plantación forestal (Monje-Hernández, 2020). Este decreto de ley sufrió modificaciones en 1998, bajo la ley 19.561, para incorporar a las Pequeñas y Medianas Empresas Madereras (PYMEMAD).
Con esto, la industria forestal ha generado diversos conflictos medioambientales, como el cambio en el uso de suelo (Aguayo et al., 2009), la disminución de bosque nativo (Altamirano et al., 2020; Miranda et al., 2018), uso de recursos hídricos (Balocchi, Flores, et al., 2021; Balocchi, White, et al., 2021) justificando su presencia y expansión como forma de mitigación frente al cambio climático (Francese & Folguera, 2023); también surgen problemáticas socioeconómicas vinculadas al ejercicio laboral (Améstica et al., 2016; Barrena et al., 2016; Reyes et al., 2014) y culturales con las comunidades mapuche (Aagesen, 1998; Coordinadora Arauco-Malleco, 2019; González-Hidalgo et al., 2019; Huenul Colicoy & Marimán Quemenado, 2023; Pairican, 2015; Pairicán Padilla, 2013).
En países en vías de desarrollo el incremento económico con bases extractivistas también trae consigo problemáticas vinculadas a malas prácticas y ausencia de leyes que tributen en una buena relación con comunidades vecinas. Es así que en regiones, donde los porcentajes de plantaciones son altos, los niveles de pobreza se relacionan (Catalán Ovalle & Valenzuela Van Treek, 2021), debido a múltiples motivos,
como el acceso a la educación, alta concentración de población indígena, necesidad de trabajadores calificados y migración campo-ciudad (Carte et al., 2021; Hofflinger et al., 2021).
Ahora bien, las bases económicas extractivistas en Latinoamérica no son nuevas, desde el siglo XVI en adelante España desarrolla minas auríferas en distintos territorios, incluido el sur de Chile (Zavala Cepeda, 2022). Gudynas (2021) define extractivismo como el uso de recursos naturales a través de la explotación de extensas cantidades de territorio, lo que genera materia prima para su posterior exportación. Veltmeyer (2022) a su vez declara que esta forma de operar en torno al territorio se profundiza durante la colonialidad latinoamericana, lo que desarrolla una mirada frente al desarrollo y progreso anclada en el extractivismo (Smart, 2020).
Esta mirada y base económica no ha sufrido modificaciones, es así que Svampa (2018, 2019) observa como logra permear espacios ideológicos y de proyectos políticos progresistas, los que en búsqueda de erradicar índices de desigualdad, utilizan y justifican el extractivismo como vía de financiamiento para proyectos de sociedad. Esta nueva relación política/económica es definida por Svampa como neoextractivismo, donde a principios del siglo XXI y como resultado de un aumento de valor de las commodities o materias primas, se justifica su desarrollo.
En Chile, el extractivismo y neoextractivismo se consolida bajo diversas formas, incluida la forestal, al alero de una serie de modificaciones legislativas y territoriales, generando un aumento en torno conflictos con comunidades y la sociedad (Uribe Sierra & Panez Pinto, 2022) los que se ven expresados en los medios de comunicación y la prensa (Valle, 2021).
Al observar la vinculación entre el proyecto de la modernidad, bajo el desarrollo y progreso expresado en el extractivismo, la prensa y los medios de comunicación logran direccionar y cristalizar diversos discursos. Es así que la creación del primer periódico nacional, La Aurora de Chile, de Camilo Henríquez en 1812, moviliza el establecimiento y creación del Estado, además de delimitar los espacios territoriales (Thompson, 2017), ya que buscaba “...construir los valores de la nueva nación chilena y conformar su identidad (Camilo Henríquez (1769-1825) - Memoria Chilena, s. f.)”. A su vez, desarrolló de manera doctrinaria (Santa Cruz Achurra, 2017), como otros medios informativos de Europa, temas a tratar a principios del siglo XIX, como la independencia y el establecimiento de una elite oligárquica con argumentación a favor del mismo proceso.
Desde las últimas décadas la prensa tradicional, e incluso ciertos sectores liberales del periodismo chileno del siglo XIX y XX, reforzaron políticamente el escenario de hegemonía de las elites. Tanto así, que ciertos autores proponen que la prensa fue fundamental para activar la invasión a Wallmapu, precisamente por su acción discursiva contra el pueblo mapuche a mediados del XIX, así como su rol en la Guerra del Salitre o “Guerra del Pacífico”(Gutiérrez Ríos, 2011; Pacheco Pailahual, 2019).
De esta manera, la relación entre medios informativos y capital económico se consolida y permite mantener medios activos durante las primeras décadas del siglo XX (Santa Cruz Achurra, 1998). No obstante, esto no detiene la creación de medios en regiones con diferentes miradas políticas, donde “...junto al auge del salitre, aparece la prensa obrera ligada al nacimiento del sindicalismo (Mönckeberg, 2016, p. 23)”.
En 1973 la pluralidad mediática cesa debido al golpe civil-militar, esto genera una profundización en las distancias de publicación entre los medios que apoyaron el régimen y los que se transformarían en oposición (Baltra Montaner, 2012). Entre estos se encuentran una serie de revistas informativas consideradas medios alternativos.
Estos responden a diferentes motivos y necesidades comunicativas, desde la visibilidad de grupos excluidos (Obando Cruz, 2018), a la participación ciudadana y mayor democracia y pluralidad comunicativa (Corrales García & Hernández Flores, 2009).
De esta manera se desarrollan en diversos formatos como, revistas, radio, televisión, entre otros. En Chile, desde principios del siglo XX, los medios alternativos formaban parte de movimientos obreros y ligados a partidos políticos, los que se extendieron con mayor fuerza desde la década de 1940.
Posterior a ello, ingresan transnacionales culturales y finalmente durante la dictadura civil-militar, las revistas componen este tipo de medios de comunicación, entre las que se destacan revista APSI y Análisis, debido al cierre o venta de diarios o prensa más tradicional de carácter opositor. La influencia ejercida por parte del duopolio representado por Copesa S.A. y El Mercurio SAP desencadenó la desaparición de empresas mediáticas opuestas al régimen (Santa Cruz A., 1988).
La revista APSI o Agencia Publicitaria y de Servicios Informativos comenzó a ser publicada en el año 1976 como un informe quincenal, focalizado en noticias relevantes de países extranjeros y actualidad internacional. De esta forma se mantuvo sin cuestionamientos por parte del régimen, hasta 1979, donde comienza una fuerte crítica en el apartado de actualidad y análisis político nacional.
Se caracterizaba por sus apartados de humor dirigidos a Augusto Pinochet y la dictadura, lo que trae consecuencias directas en torno a la censura y hostigamiento por parte del régimen (Mönckeberg, 2016). No obstante, mantiene una línea editorial crítica contando con columnistas como Ricardo Lagos o Patricio Aylwin, escribiendo bajo seudónimos, y dibujos y caricaturas de Guillo . La publicación de la revista se mantiene luego de la recuperación de la democracia hasta que en 1995 cierra sus puertas.
Por otra parte, la revista Análisis comienza a ser publicada en el año 1977 con la dirección del cardenal Silva Henríquez y en el año 1993 cierra sus oficinas debido a la disminución de ventas y producción de números. A lo largo de sus 16 años de publicaciones, contó con la participación de destacados periodistas como Fernando Paulsen y Mónica González (Biblioteca Nacional de Chile, 2024).
Cabe destacar que durante la crisis de 1982, la revista es el único medio que comienza a desarrollar una sección completa y específica en el área económica, destacando las distintas problemáticas por la que atravesaba el país bajo la dirección de la dictadura de Pinochet (Biblioteca Nacional de Chile, 2024).
Mönckeberg (2016) destaca la forma directa de tratar temas como las vulneraciones a los derechos humanos y dar voz a dirigentes y líderes de movimientos sociales y políticos que estaban en contra de la dictadura, además de instalar una serie de discursos críticos en torno a distintas problemáticas sociales.
El discurso configura la totalidad del conocimiento y es una de las principales fuentes de verificación de la realidad. Además, conceptualiza aspectos culturales no observables y de espacio social que necesitan de construcción semiótica/discursiva (Van Dijk, 2016). Con su capacidad intencional, es mediador entre cognición y sociedad en sus dos formas, oral y escrita, y transita desde lo social, político, psicológico y personal bajo predicados, argumentación, perspectivas discursivas y exageración o mitigación (Reisigl & Wodak, 2016).
Organiza, complementa y construye conocimiento e información de forma subjetiva y personal (Gómez Loarces et al., 2019); además, ciertos grupos sociales institucionalizados y estructurados (educación, política, religión, entre otros) poseen el poder de modificarlos (Van Dijk, 2016).
Noticias, cultura, política, entre otros, elaboran y comunican determinado conocimiento, que, debido a su propia naturaleza, establecen distintos niveles de verosimilitud (Van Dijk, 2021) y ayudan a comprender, producir y reproducir discursos a través del establecimiento de la situación comunicativa
que media entre escenario (tiempo y lugar), participantes, roles comunicativos específicos, identidades y relaciones sociales (Van Dijk, 2001). Estas conforman la opinión pública, entendida como una actitud frente a la sociedad; de lo anterior se desarrollan y conforman prejuicios y estereotipos (Van Dijk, 2022) como por ejemplo, el racismo.
En Latinoamérica comienza a intensificarse e instalarse como una forma de relación sociocultural con anclaje colonialista europeo desde el siglo XV y tiene distintas maneras de desarrollo, siempre al amparo de discursos que figuran tanto en prensa como en el ámbito político y de la opinión pública. Este racismo europeo, anclado en Latinoamérica, blanquea a la sociedad de distintas maneras, como en clase, cultura, etnia, sexo, entre otras (Van Dijk, 2003); así, el racismo tiñe diversas relaciones y vínculos sociales.
También “El hablante aplica la habitual estrategia de polarización ideológica que enfatiza las características positivas de Nuestro grupo y las negativas de los Otros – una polarización que también expresa la auto atribución de superioridad blanca de la subyacente ideología racista (Van Dijk, 2016, p. 314)”. Estos discursos forman parte de las élites simbólicas conformadas por políticos, periodistas, académicos, profesores, escritores, entre otros, que por medio de sus liderazgos definen las editoriales y pautas discursivas (Van Dijk, 2016).
En Chile, la construcción discursiva periodística sobre el pueblo mapuche posee una complejidad intercultural entre discursos de comunidades mapuche, diversos lideres y figuras institucionales o de Estado (Carrasco Muñoz, 2005) que se modifica y complejiza a través de diversos tipos de discursos (García Barrera et al., 2019), los que generan “sujetos de enunciación cruzados por dos matrices culturales que se evidencian en el discurso como dos actantes (la cultura propia y ajena) en tensión (Nitrihual Valdebenito et al., 2012, p. 883)”.
Al observar el discurso sobre el pueblo mapuche se detecta un racismo relacionado al “nuevo proyecto “civilizador” iniciado por el Estado y los actores nacionales y extranjeros del sector privado. [Este]... se forjó en base a un fuerte discurso anti-indigenista, que señaló al pueblo mapuche como un pueblo bárbaro...(González-Hidalgo et al., 2019, p. 92)”, el que es retratado discursivamente de diversas maneras (Valle, 2021).
Existen tres dimensiones discursivas en que se explicita este racismo, el discurso cotidiano, los medios de prensa y los discursos políticos (Merino et al., 2007). Por tanto, son los medios quienes desde el siglo XIX y principios del XX comienzan a desarrollar una construcción de contrariedad entre Estado y pueblo mapuche, poniendo énfasis en el principio civilizatorio del primero y la decadente y denigrante situación del segundo (Pacheco Pailahual, 2019).
Finalmente, esta postura se agudiza en el tiempo (Del Valle Rojas, 2005) con la construcción de discursos binarios, como civilización/barbarie y normal/anormal (Mayorga Rojel et al., 2013). Lo anterior se puede observar bajo funciones de representación (Huenchumil Jerez & Pacheco-Pailahual, 2021), como omisión, eufemización o invisibilización; colectivización; victimización; criminalización y arcaización.
Las corrientes teóricas sobre medios de comunicación oscilan entre teoría crítica y estudios culturales otorgando un cierto determinismo estructural a las relaciones discursivas, representaciones, entre otras. En mayor o menor medida, una visión marxista es la óptica para observar los fenómenos comunicacionales y sociales, pero en ocasiones estas visiones quedan limitadas para observar casos donde existen y coexisten variables coloniales que estas teorías no distinguen. Es así que varias posiciones teóricas como la decolonialidad, poscolonialidad y la crítica a la misma abordan fenómenos de mayor complejidad (Walsh, 2006).
Fausto Reinaga (2014) califica las relaciones sudamericanas como coloniales; estas, logran perdurar y penetrar en relatos progresistas de izquierda, los que también contendrían fundamentos coloniales que son visibles en su quehacer y su discurso. Es por ello que distingue claramente la posición preocupante y colonial que sostiene el indigenismo. Caracteriza a esta como literaria-política escrita sobre el indio, con mirada ideológica y punto de vista pro-indio. Esta solidaridad no implica aplicar a prácticas sociopolíticas-culturales que finalmente conforman el ser indígena, sino que tributan a la expresión política del emisor no-indígena.
A su vez, Reinaga desconfía de la “prensa seudo-revolucionaria”, ya que funciona según categorías dogmáticas que ignoran la condición indígena y aplican un prisma marxista donde los transforman en campesinado pobre.
La estrategia metodológica es cualitativa orientada hacia el análisis crítico del discurso (Van Dijk, 2016). El modelo seleccionado es de Análisis Complejo Crítico del Discurso, considerando la dimensión discursiva desarrollada por Mayorga, Del Valle y Nitrihual (2009)2 .
Figuras | Las figuras corresponden a los elementos de significación determinados y reconocibles en la lectura. Están divididos en actores, tiempo y lugar; es triádico, ya que se considera al sujeto, momento y al espacio. A ellas se les identifica a lo largo del texto cuál es el papel asignado a cada una en el discurso. |
Recorridos figurativos | Las figuras están dispuestas en recorridos figurativos, que se entienden como el modo en que el texto utiliza las figuras y la manera en la que una figura adquiere determinada ruta en el texto. |
Valores temáticos | Corresponden al sentido que se construye a partir de las relaciones entre las figuras y sus recorridos figurativos. Por tanto, las figuras tienen un valor a partir de su relación con otras figuras. Es la especificidad y la carga valórica de las figuras, es decir, el rol que cumple cada una en el texto. |
Posiciones de poder | Corresponde a la identificación de la posición del hablante (en el discurso) en relación con un sujeto/institución/objeto existente en la dinámica de la realidad social. |
(Fuente: (Mayorga, Del Valle & Nitrihual, 2009)
La selección de hitos fue guiada a propósito de la periodicidad que restringe la misma investigación por la cantidad de tiempo (1974 a 1986) que abarca, y en base a ello, lo relevante de algunos sucesos que se enmarcan en estos 12 años3.
Legislativo4:
1974: Promulgación DL-701
1976: Araucaria es declarada patrimonio nacional
1978: Promulgación DL-2247
1984: Fallo a favor de comunidad forestal Galletué en contra del fisco
Empresarial4:
1979: Forestal Mininco S.A. administra las hectáreas y bosques de CMPC
1986-1987: Eliodoro Matte (CMPC) adquiere INFORSA
Además de las consideraciones temporales y temáticas (empresariales y legislativos) se establecieron criterios de selección mediáticos. Las revistas Análisis y APSI pertenecen al género interpretativo.
CRITERIO | DESCRIPCIÓN DEL CRITERIO |
Tipo de discurso | Discursos periodísticos de medios de comunicación del género informativo o interpretativo (noticia y reportaje) |
Tópico o temática central | Noticias y reportajes que aluden a las forestales y a los hitos seleccionados. |
Tipo de medio de comunicación | Noticias y reportajes producidos por los medios alternativos . |
Identificación de la prensa escrita | Noticias y reportajes que refieran a las forestales y a los hitos en los medios alternativos revistas APSI y Análisis. |
Temporalidad | Productos noticiosos/reportajes en las revistas APSI y Análisis publicadas entre 1974-1986, considerando los hitos. |
(Criterios de selección. Elaboración propia a partir de (Mayorga Rojel & Nitrihual Valdebenito, 2018, p. 183).
En los seis hitos donde APSI y Análisis ofrecen una cobertura bajo el formato de reportaje a temáticas sobre la industria forestal conteniendo una serie de hitos contemplados en esta investigación, se observa que existe un interés editorial por reflexionar periodísticamente por este fenómeno. En ese sentido la discursividad en términos generales es desplegada en contraposición a los intereses de la industria capitalista; observan críticamente el fenómeno de depredación de recursos naturales, con el objetivo de incrementar el capital privado en decrecimiento de los intereses estatales, o la desnacionalización de los bosques chilenos quienes ahora son parte grandes monopolios que benefician a familias burguesas.
En esa posición crítica, la argumentación presentada en la totalidad de los textos del género interpretativo apunta a los vicios con los cuales opera el modelo neoliberal, que beneficia a empresarios privilegiados, donde las redes de la dictadura generan prácticas corruptas adaptando perversamente legislaciones, cargos políticos y determinaciones judiciales en beneficios de los capitalistas.
Las figuras que conforman los discursos de estos reportajes no tienen una total coincidencia en la serie de textos, pero si se observa una reiteración sobre lo que vendría a corresponder como a) Industria forestal (CMPC, Arauco, Matte-Angellini, Marubeni / Sanyo-Kokusaku); b) bosque (nativo, araucaria, forestal); c) Estado (país, municipios, justicia, CONAF) d) mundo rural (campesinado, pewenche, poblado); e) procesos políticos (contrarreforma).
Industria Forestal: “La perversidad del duopolio”
Las figuras son principalmente del tipo actor y aparecen reiteradamente en los textos tanto de APSI como de Análisis. Suelen estar indicadas directamente por el nombre de la empresa (CMPC y Arauco) cuando se refieren a temas económico-legislativos. El recorrido que se observa en el texto apunta a definirlos como privilegiados por el gobierno, la legislación y otras vías que están permitiendo el incremento estratosférico de su patrimonio financiero. También son directos responsables de la destrucción del “bosque chileno” al explotarlo descontroladamente sin un manejo que permita mitigar
un desastre ambiental irreversible. Los valores temáticos que aquí se desprenden apuntan a calificativos como: destrucción, irresponsabilidad, agresividad y aprovechamiento.
La posición discursiva de ambas revistas es de reproche a la posición y acciones empresariales forestales, atribuyéndoles responsabilidad por un daño ambiental irreparable. Su discurso además alerta sobre las nefastas consecuencias ambientales, demuestra una preocupación económica en el sentido de los costos futuros de acabar con un recurso natural chileno. La recriminación discursiva también alcanza la figura del Gobierno, a quien responsabiliza de otorgar las facilidades para que ello ocurra, tanto por la permisividad normativa como por el favorecimiento que ha sostenido con grupos económicos y familias poderosas, acompañada de un parcialidad en favor de estas empresas versus las comunidades afectadas. Dentro de la crítica más que la industria o actividad económica en sí, lo preocupante para estas revistas resta la conformación de los monopolios (duopolio) forestal y la desnacionalización del bosque chileno en manos de privados que perjudican los intereses públicos.
El bosque: “El despojo de los privados sobre los chilenos y pewenche”
Siguiendo con la idea anterior, otra agrupación de figuras transversales es justamente la que refiera al Bosque, entre las cuales se menciona la Araucaria (y su fruto el piñón), el bosque nativo y el forestal. Para distinguir las especies arbóreas exógenas los medios suelen ocupar la categoría de “bosque forestal”. Es una figura binaria, ya que hace la clara y distante distinción entre el bosque natural y el artificial. El nativo además contiene nacionalidad, en su recorrido figurativo aparece como “bosque chileno”, que más allá de un tema identitario, apunta a un recurso perteneciente a una comunidad nacional, frente a árboles (exógenos) plantados en su lugar que son propiedad de privados.
Otro asunto a distinguir en las figuras es que a diferencia del bosque nativo de Chiloé o de la “octava región”, la Araucaria es afirmada como pewenche y no como chilena. Se habla de una flora “ancestral” que está relacionada fundamentalmente con la supervivencia alimentaria de un pueblo indígena, que tampoco es mirado en su generalidad como mapuche, sino por su condición de identidad territorial. Están relacionados con las figuras de los ecólogos y las comunidades pewenche, los primeros son fuente especializada para referirse a la situación medioambiental en determinado caso, mientras que los segundos para apoyar descriptivamente lo acontecido.
Las posiciones discursivas no resultan uniformes, ya que para efectos del referirse al bosque nativo muestran preocupación por su progresiva pérdida, considerando el daño medioambiental, pero poniendo el acento en la pérdida de un recurso chileno que es regalado desde lo público a lo privado, perdiendo financieramente el Estado y enriqueciéndose el empresariado forestal. Las posiciones frente al “bosque forestal” son de cierta desaprobación, pero matizadas por algunas reflexiones finales en las cuales no desconocen el nivel de rentabilidad económica que ofrece este negocio.
En el caso de la Araucaria, la posición es de calamidad, un escenario discursivo de tragedia externa, ya que al no tener una clara posición de bosque nacional chileno no parece tener esa consecuencia directa, pero sí un grado de empatía con la desgracia que significa su pérdida para el pewenche. También se hace una revisión histórica donde pareciera ser esta otra más de las desgracias que acontecen al pueblo mapuche en la zona; la pérdida de su bosque ancestral es una lápida más.
Estado: “El laissez faire en favor de la industria forestal”.
La figura relacionada a la amplia institucionalidad del Estado chileno también está presente en el discurso de ambas revistas. Aparece el Estado implicado en asuntos forestales a pesar de muchas veces el actor principal es un privado, desde estos medios de comunicación se les implica en las figuras de país, municipios, justicia, CONAF, entre otros, con recorridos figurativos de actor en los cuales se relaciona con responsabilidades institucionales incumplidas, abandono de deberes, tráfico de influencias e incompatibilidades.
El gobierno, algunos municipios e instituciones directamente relacionadas con el manejo del bosque, como CONAF, son descritas como entes cuyo objetivo de cuidado de lo público está desatendido, actuando a favor de intereses privados o ignorando consecuencias intencionalmente. La valoración de estas figuras y sus recorridos resulta de inoperancia, descrédito y negligencia.
La posición nuevamente es de reprobación ante su deber, dejando ver la situación de incompatibilidad como la de un alcalde que a su vez es parte de una empresa forestal de su territorio y es quien dictamina orden de desalojo contra quienes están siendo perjudicados por el proyecto extractivo. Los favorecimientos del gobierno son otro asunto a mencionar, aunque se omite el contexto por el cual se dio paso a un modelo económico (la dictadura) lo cual se entiende por los controles y la censura del régimen. La justicia también figura como un actor desaprobado, ya que fallando en favor de los privados, quienes no solo triunfan, sino que esa victoria es a costa de las arcas fiscales, nuevamente el recurso nacional se ve lastimado.
Mundo rural: “En la frontera de la civilidad”
Con menor frecuencia que las anteriores figuras, pero demostrando relevancia al interior del corpus, aparece la figura de las comunidades rurales que son la línea primera de impacto en las acciones de explotación forestal. Se observa una categorización muy interesante de figuras, las que derivan en tres definiciones: el campesinado, los pewenche, y los poblados.
Las figuras de entorno de las acciones de la forestal y las que se ven afectadas son básicamente rurales o en un estado intermedio como los poblados. Es por ello que el campesinado es frecuentemente mencionado como figura, sobre él hay un recorrido figurativo clasista, en el sentido marxista, donde pertenece a lo extinguido del latifundio, ahora abandonado por el Estado, empobrecido y a merced de este nuevo tirano. Incluso en ocasiones el recorrido del campesinado es especificado en varias subcategorías, los chacareros, el proletariado forestal, asalariados rurales, entre muchos otros mencionados. Su valoración es asociada a explotación, padecimiento, siendo un actor débil frente al Estado y la industria. Los poblados son figuras ocupadas para describir los espacios en donde opera o aledañamente se sitúan los conflictos forestales, sean estos campesinos o indígenas. La valoración de estos últimos está más asociado a lo rural e incivilizado que a lo urbano, además del valor temático de perjuicio y victimización al que son anclados.
Punto aparte es el caso de la figura de los pewenche, quienes en solo dos hitos aparecen reflejados, pero sobre ellos hay amplitud descriptiva en los reportajes indicados. El recorrido que tiene la figura es con la individualización como indígenas, concretamente pewenche, considerados afectados directos de la acción forestal industrial, despojados de lo poco que los sostiene (la figura actor de la Araucaria). Totalmente conectados y dependientes de ella, compenetrados como un solo ser. Ellos también logran darse cuenta del daño y reclamar, pero también aparecen indefensos a pesar de su resistencia, una valoración de una comunidad casi famélica golpeada históricamente y que apenas sobrevive al mundo moderno. Incluso hay descripciones en los recorrido figurativos donde se observa cierto menosprecio al no encontrar señales de civilización en los entornos pewenche.
Las posiciones discursivas de APSI y Análisis resultan en una denuncia periódica de las consecuencias para estos grupos humanos ante el avance de la industria forestal, ya sea para desechar el bosque natural por el forestal, o para talar indiscriminadamente araucaria en el caso pewenche. Se acusa una pauperización del campesinado, indicando que este sobrevivió al latifundio y su explotación para pasar a un estadio distinto, pero igualmente nefasto para su colectivo. Editorialmente hay llamados a velar por los factores humanos que se han desviado al enfocarse exclusivamente en lo económico.
En la situación pewenche por su parte, la discursividad de los medios también es de denunciar la paupérrima situación indígena, que tiene una historia de cientos de años de sufrimiento, agudizada día a día. La califica indirectamente de terminal, por su disminución demográfica y empobrecimiento, del cual son muchos los culpables, entre el Estado y los privados, incluso hasta al volcán Lonquimay lo sitúa de
antagonista. Existe cierta posición de escepticismo al respecto a una solución o mejor calidad de vida para el mundo pewenche al que observa con tristeza y desazón.
En general se muestra un escenario en que los campesinos van camino a ser absorbidos (y perjudicados) por un modelo forestal capitalista, mientras que los pewenche han quedado detenidos en el tiempo, abandonados a su suerte sin una solución en ese camino a desaparecer.
La última figura presente de manera general es la relacionada a procesos políticos (históricos) que constituyen figuras que atraviesan este corpus. Fundamentalmente tres: la contrarreforma, la invasión española y el neoliberalismo.
Procesos políticos: “Crítica en la medida de lo posible”
La contrarreforma como figura es descrita como un periodo que regresó a los terratenientes y grupos poderosos, ya que la tierra no solo regresó a las manos de los dominantes, sino que dio lugar a una expoliación mayor. Pero con la variación que no solo ingresan los privados de siempre, se van sumando capitales extranjeros y también se monopoliza aún más. Esta figura está en relación al desarrollo de actividad forestal y al despojo y pauperización del campesinado.
A su vez se menciona en los contextos pewenche el proceso que cambió la vida de los indígenas, la invasión española, ella fue quien fracturó irreversiblemente la libertad mapuche y a pesar de las resistencias, esta continúa en el deterioro mayor, esta figura tiene una valoración de indignación, pero también de cierta resignación ante algo que es histórico más que contingente. El neoliberalismo es una figura presente, la cual es descrita como un proceso capitalista de retorno, pero mucho más agresivo, en general la valoración tiende a calificar de destructivo, nocivo y usurero al modelo económico, pero no hay recorrido con contexto histórico, se entiende probablemente por la censura y restricción de prensa de la época.
Los posicionamientos discursivos de esta figura son de diagnóstico y análisis en el caso de la invasión española, ya que existe una condena a algo sucedido hace muchos siglos atrás, pero sin culpables recientes (Estado), son más bien los grupos económicos quienes hoy dan el golpe final ante lo cual se denuncia, pero no se propone alternativa. No así con las otras dos figuras ante las cuales la profundidad de la crítica es mayor, convergiendo en momentos ambas mostrando más fuerza y también situando como un problema país y un tema contingente.
La relación entre los medios de comunicación y la modernidad resulta indisoluble, incluso avanzando y superado temporalmente el momento decimonónico. La articulación con procesos de construcción social y económica de las sociedades en la modernidad logra justamente traspasarse a los contextos contemporáneos (Thompson, 1998). Independientemente del prisma político estas revistas resultan responder a valores modernos cuando están en posición de relatar la “realidad”, la mirada de civilización es ineludible.
Lo anterior es reforzado por Mönckeberg (2016) y Santa Cruz (1988) quienes describen localmente esta relación entre modernidad y medios, la que se profundiza durante el siglo XIX con discursos orientados en el progreso y la creación de una identidad nacional, cuestión que permanece así durante todo el siglo XX, donde esta investigación observa una continuidad al respecto.
Los medios utilizan discursos que poseen una intencionalidad, que es propia de discursos mediáticos (Van Dijk, 2016), los que vinculan a la sociedad y los procesos cognitivos en la representación de grupos, situaciones u objetos. Es así que en los discursos de los medios de comunicación se explicita lo que es la modernidad a través del progreso con la instalación y desarrollo de empresas e industrias en el país.
Según lo que propone Van Dijk (2016), esto responde a la capacidad que poseen determinados grupos sociales, los que, institucionalizados, establecen modelos de contexto e ideológicos (Dijk T. A., 2022) que desarrollan al momento de buscar apoyo o sentir amenazas directas a su propio sector. También cabe destacar que los medios poseen la capacidad de no ser cuestionados, debido a que gran parte del conocimiento adquirido por la sociedad es a través de estos (Van Dijk, 2016).
Las revistas producen discursos críticos con la orientación del modelo económico que permite esta explotación forestal, con la venia del Estado quien entrega estos recursos naturales a privados. Esta demanda es sobre desarrollo y producción que se sustente en lo medioambiental, lo que ambas revistas denominan manejo de bosque, y no sobre lo que representa ideológicamente (Van Dijk, 2022) el modelo y la explotación forestal. A su vez, los cuestionamientos o críticas hacia los lugares y territorios de comunidades mapuche donde están instaladas las industrias son sustentadas en código positivista y dentro de una epistemología crítica pero colonial finalmente.
Continuando con presencia del pueblo mapuche en el discurso forestal, este reviste de un racismo que en medios alternativos se relaciona a las funciones de victimización y arcaización propuestas por Huenchumil y Pacheco-Pailahual (2021).
La primera se debe al relato mediático sobre la destrucción de bosques de Araucaria sin control estatal y como esta afecta a los pewenche absolutamente dependientes de este recurso para su “precaria sobrevivencia”; mientras que la segunda función se observa en la calificación de barbarie otorgada a la vida y entorno mapuche.
Incluso la Araucaria posee un aura primitiva, antigua, situada dentro del ámbito y potestad exclusiva del indígena, ajena incluso a Chile. Se advierten, también, posiciones indigenistas en la cual la voz del civilizado (experto, periodista u otro calificado) tiene una posición privilegiada y superpone categorías ontológicas occidentales para dar cuenta del conflicto en el reportaje (Reinaga, 2014).
Lo anterior se complementa con la figura de Federico Albert, quien realiza estudios de aclimatación de diversas especies, además denuncia la quema y tala de bosque sin supervisión en el sur, lo que motiva una necesaria Ley de Bosques (Casals Costa, 1999) y Konrad Peters, responsable de la primera plantación forestal en Chile en 1914 en Lota(Reyes et al., 2014); escribe un método de plantación forestal (Peters, 1938) con fines económicos.
Este modelo se sustenta en Giroud y Panier (1991) y Courtés (1971).
Para esto se consideraron dos criterios de selección: revisión bibliográfica histórica de prensa y desarrollo corporativo/empresarial. Los que arrojaron 6 hitos, que a su vez, se categorizaron bajo las dimensiones legislativa y empresarial.
Acciones y decisiones legislativas/corporativas relevantes en torno a las industrias forestales.
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Los dueños de la tierra. (15-29 de mayo de 1983). Revista APSI, p. 9-16.
Con los días contados. (11-25 de octubre de 1983). Revista Análisis, p. 37-39.
La sobrevivencia amenazada. (05-11 de diciembre de 1988). Revista Análisis, p. 39-41.
Hacen astillas el bosque chileno. (26 de diciembre de 1988 al 01 de enero de 1989). Revista Análisis, p. 60-61.
¡La Araucaria es de los Pehuenches! (26 de diciembre de 1988 al 01 de enero de 1989). Revista Análisis, p. 64.
Un futuro hecho astillas. (20-26 de marzo de 1989). Revista Análisis, p. 71-72.
Que nos cortan el pehuén. (26 de junio al 02 de julio de 1980). Revista APSI, p. 20-23. La sobrevivencia Pehuenche. (06-12 de noviembre de 1989). Revista APSI, p. 43.
Te están matando araucaria. (27 de noviembre al 03 de diciembre de 1989). Revista Análisis, p. 31-34. Ruidos de motosierra. (14-27 de febrero de 1990). Revista APSI, p. 43-45.
El descalabro ecológico de Chile 1990. (julio de 1990). Revista APSI, p. 9-13. Protegen a comunidad Pehuenche. (19-25 de agosto de 1991). Revista Análisis, p. 23.
Tensa espera en Valle del Quinqué. (03-16 de febrero de 1992). Revista Análisis, p. 30-31. Araucarias millonarias. (10-23 de febrero de 1992). Revista APSI, p. 6.
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