Entrevistas


“EN EL SIGLO XLV SE PREGUNTARÁN QUÉ HICIMOS EN ESTE PERÍODO”


Entrevista a Philippe van Parijs


L. E. Misseri

(UNC/CONICET, Argentina)


PHILIPPE VAN PARIJS es Profesor de la Cátedra de Ética económica y social de la Universidad Católica de Lovaina, en el campus de Louvain-la-Neuve. Es un exponente del marxismo analítico, defensor de la idea de un ingreso básico universal y un filósofo comprometido también con problemas de justicia lingüística e intergeneracional. Van Parijs es autor de: Qu'est-ce qu'une société juste ? [¿Qué es una sociedad justa?] (1991), Marxism Recycled [Marxismo reciclado] (1993), Real Freedom for All [Libertad real para todos] (1995), L'Allocation universelle [El ingreso universal] (con Yannick Vanderborght, 2005), Linguistic Justice for Europe and for the World [Justicia lingüística para Europa y el mundo] (2011), entre otros.


Usted ha definido su concepción de la filosofía como “ni lujo, ni blablablá”,

¿cómo encuentra el estado actual de la filosofía según estas categorías?


El estado actual de la filosofía es extremadamente diverso y estoy seguro que parte de él puede contar como lujo, parte como blablablá y parte como ninguno de ambos. Lo que quería decir con esta suerte de eslogan – que usé con mis estudiantes cuando comencé a dar clases en esta universidad [UCL] hace bastante tiempo atrás – era realmente que para mí – y esperaba que también para ellos – la filosofía no es un lujo porque está arraigada en problemas reales, cosas que nos quitan el sueño. Estos problemas pueden ser éticos pero también epistemológicos, pueden ser incluso metafísicos, por ejemplo: ¿por qué hay algo en lugar de nada? Ellos no son un lujo porque son problemas que realmente consideramos importantes. Pero, al mismo tiempo, no deber ser un blablablá en el sentido de que no debe ser sólo el uso de jerga con el propósito de cegar a otras personas o impresionarlas.

Debemos tratar de luchar con estos problemas de un modo según el cual procuremos dar algo que esté tan próximo a una respuesta correcta de esas cuestiones como sea posible. Esto a menudo es muy difícil porque, al contrario por ejemplo de las personas que hacen teoría económica, los filósofos no elegimos nuestros problemas usando como criterio el hecho de que podamos resolverlos sino que tenemos estos problemas que consideramos que son importantes encima nuestro. Sean solubles o no, necesitamos luchar contra ellos. Pero tenemos que hacerlo en un estilo claro, intentando liberarnos al máximo posible de la jerga. Aunque a veces algunos términos técnicos son útiles, pero ese es el desafío. En fin, para mí la filosofía – como la he practicado y como lo intentaré seguir haciendo – no debe ser ni un lujo, ni un blablablá.


Usted es un defensor de un ingreso básico universal para todos, ¿cuán lejos cree que estamos de la implementación de esa política para toda la población de un país?

Bueno, es difícil de decir, porque depende mucho de hacer un buen uso de las oportunidades. Para avanzar en esa dirección, o en cualquier otra buena dirección, se necesita una combinación de varios factores. Primero, se necesita una visión, si se quiere algo así como una utopía, pero discutida críticamente. Segundo, se necesita el impulso que viene de la gente que está profundamente insatisfecha por la situación actual: la injusticia de esta situación y el absurdo de algunos aspectos de ella. Y tercero, se necesita lo que llamo algunos “bricoleurs”, gente que sea capaz de usar las oportunidades para ir hacia adelante.

Por esto es difícil decir cuándo ocurrirá, o dónde ocurrirá. En algún sentido modesto existen algunos ingresos básicos universales que ya están presentes en dos lugares del mundo: en Alaska y Macao. Pero es a un nivel muy bajo, 3% del PBI per cápita en lugares que son muy ricos por razones que están asociadas en un caso a la explotación de petróleo , y en el otro a los casinos frecuentados por los chinos ricos. Estas son situaciones muy peculiares y el nivel del ingreso es muy bajo, así que realmente no cuentan como la introducción del ingreso básico a un nivel que marque una gran diferencia para un número significativo de familias.

En definitiva, cuándo ocurrirá o dónde ocurrirá no lo sé, pero es claro que hay mucha más discusión sobre este tema en los últimos años, incluso en los últimos meses, que la que ha habido en la historia de la humanidad. Así que hay esperanzas para ello, más de las que había antes.


¿Cree que la creciente automatización de las tareas humanas ayudará al establecimiento de más políticas de ingreso básico?


Ciertamente es parte de lo que motiva el interés del ingreso básico en un número de lugares. He leído recientemente el manuscrito de un libro que será publicado en junio por un muy prominente sindicato de comercio estadounidense y gran parte de su argumentación está relacionada a ese tipo de análisis. Dice que hay un número de tareas – incluso tareas intelectuales – que van a ser realizadas por robots o por máquinas en sentido amplio. Incluyendo por ejemplo la conducción de camiones, en cuya profesión en los Estados Unidos hay empleadas dos millones de personas. Así que habrá un gran impacto en trabajos bien pagos, no los mejor pagos del mundo pero bien pagos. Cada vez más gente estará privada de un acceso fácil a trabajos que paguen lo suficientemente bien como para elevarlos por encima de la línea de pobreza. En fin, es un análisis que subraya la defensa del ingreso básico en los Estados Unidos.

Incluso en otros lugares del mundo, como por ejemplo en Suiza, la actual discusión es ciertamente sobre la base de este tipo de pensamiento. No es el único pero es uno importante y es ciertamente parte de lo que explica el interés actual en el ingreso básico.


En un artículo, que escribió con Yannick van der Borght, ambos consideraron a la homogeneidad cultural como un requisito para la aplicación estable de una política de ingreso básico. ¿Podría desarrollar qué significa homogeneidad en ese contexto?


La sustentabilidad del ingreso básico se ve afectada ciertamente por la migración. Esto por dos razones: una en términos de sustentabilidad económica, porque si uno tiene cualquier clase de sistema redistributivo no-contributivo – es decir, que no es una forma de seguridad social de la que uno sólo tiene derecho si ha contribuido socialmente – se es vulnerable a lo que puede ser llamada “inmigración/emigración oportunista o selectiva”.

De modo que la gente que es contribuyente neta al sistema tendrá una tendencia a evitar el impuesto que es requerido para financiar este sistema y a emigrar del país en el que ese sistema está implementado. Por el contrario, la gente que tiende a ser beneficiaria neta del sistema, incluyendo quienes quieren migrar al país para trabajar, tenderán a afluir en masa a esos países – o a esas regiones del país – en los que está implementado un generoso sistema no contributivo.

En este sentido la migración es una amenaza para el ingreso básico, así como es una amenaza a cualquier forma de sistema no contributivo. Esto también se aplica a este tema que es muy candente en el debate contemporáneo dentro de la Unión Europea. También se aplica a cualquier forma de beneficio interno como aquellos que existen en una considerable escala en el Reino Unido, donde hay una suerte de subsidio a los empleos poco calificados que sólo se aplica a la gente que efectivamente trabaja. Por supuesto que si muchos trabajadores poco calificados acudieran en tropel al Reino Unido agotarían ese sistema redistributivo.

Una amenaza – a la sustentabilidad económica – es esa y la otra es a la sustentabilidad política. Cuanto más migración se tiene, incluso si hay un cierto grado de integración de los migrantes, más heterogénea es la población en términos de orígenes étnicos, religión, y muy a menudo en términos de lengua materna. Cuanto la gente se siente menos parte de los demás, menos probable es que apoye políticas generosas de redistribución.

Sin estas dos amenazas, podría entonces decirse que el ingreso básico sería fácil de implementar y fácil de sostener. Tendría que haber poca migración, por estas dos razones que mencioné. Esto significa que para hacer sustentable el ingreso básico primero se tiene que desarrollar una concepción de justicia que no sea dependiente de estos sentimientos de solidaridad entre la gente. Y segundo, no obstante, se debe intentar estimular sentimientos de solidaridad e identidad común que no estén vinculados a un origen étnico particular, o lingüístico, etc., etc. Crear una suerte de identidad inclusiva con la solidaridad a nivel de toda la población que comparte un territorio. El desafío está ahí, es innegable. Pero, por supuesto, esto no es una buena razón para rendirse. Porque necesitamos alguna clase de instituciones redistributivas que sean apropiadas para la clase de economía, tecnología y sociedad que tenemos hoy y el ingreso básico es parte de ellas.


Usted también ha hecho contribuciones al tema de la justicia lingüística.

¿Alguna vez consideró al Esperanto como una opción posible, dado que es un idioma fácil de aprender y que no está ligado directamente con ninguna nacionalidad?


Sí, lo he hecho en mi libro sobre justicia lingüística [Linguistic Justice for Europe and for the World, 2011], en una discusión bastante sustanciosa. El esperanto es una muy agradable idea y los esperantistas tienden a ser gente extremadamente agradable. Pero hay razones por las cuales el esperanto nunca será una alternativa plausible o creíble al inglés, nuestralingua francaen la Unión Europea. Para ponerlo brevemente, creo que los dos principales argumentos en favor del esperanto son exagerados significativamente. Estos son: el argumento de la simplicidad y el argumento de la neutralidad.

El argumento de la simplicidad dice que el Esperanto es mucho más fácil de aprender que otras lenguas porque su sintaxis es muy simple y su morfología es muy simple. Las palabras pueden ser construidas sobre la base de un pequeño número de reglas, etc. Esto le daría una considerable ventaja al esperanto si los idiomas fueran aprendidos de modo diferente de lo que son en el mundo. Si uno aprende el idioma como la mayoría de los esperantistas hicieron con el esperanto, o sea aprendiendo reglas

gramaticales y listas de vocabulario, entonces por supuesto tiene una gran ventaja sobre todos los otros idiomas del mundo. Pero esta no es la forma en la que aprendemos idiomas. Los aprendemos al escuchar música por ejemplo, o al ser forzados a hablarlos o a escucharlos en contextos que no elegimos. Simplemente porque estamos inmersos en la comunidad en la que aprendimos nuestro primer idioma, que no lo aprendimos por reglas sino por tener el idioma a nuestro alrededor y ser forzados a hablarlo para comunicar y dar a conocer nuestros deseos a nuestro entorno inmediato. También es el modo en el que aprendemos nuestra segunda o tercera lengua. Por la presencia masiva del inglés en el contexto de las grandes lenguas, en nuestro entorno cultural, mediático, tecnológico es que la gente tiene la oportunidad de aprenderlo y la motivación para enseñarlo a niños y adolescentes. Ante el esperanto está el obstáculo, si intentara competir con el inglés u otros idiomas como el español, de no poder proveer tales entornos culturales. Es un obstáculo imposible de salvar.

Ese es un argumento, luego está el argumento de la neutralidad que también es exagerado. Porque si las comunidades lingüísticas que contaran fueran sólo las romances o germánicas entonces el esperanto tendría razón en su reclamo de ser un idioma neutral. Si se añaden las lenguas eslavas ya es un poco menos neutral, porque el esperanto es menos eslavo de lo que es germánico o romance. Pero si, en el contexto europeo, se añade el finlandés, el húngaro, el vasco, el estonio, entonces el reclamo de neutralidad ya es mucho más débil. Y por supuesto, si se ve al esperanto como una opción de lingua franca a nivel mundial, todos las pretensiones de neutralidad se vuelven aún más débiles. Porque el esperanto es sólo un idioma indoeuropeo de Europa occidental. ¿Cómo se podría convencer a los chinos o a los indios – de los cuales cientos de millones ya han aprendido inglés – que ahora tenemos un nuevo invento lingüístico para ofrecerles: un idioma supuestamente neutral, que no es otra cosa que otro idioma europeo que tienen que aprender en adición al inglés? Esto, por supuesto, no podría suceder de nuevo.

No quiere decir que no haya algo de verdad en el argumento de neutralidad. Porque es cierto que, a diferencia de los otros idiomas – europeos, asiáticos, etc. – que son el lenguaje vivo de cualquier comunidad o nación, es más neutral. Si el esperanto se expandiese como lingua franca como lo hicieron el swahili o el árabe en un número amplio de países, se convertiría en el idioma nacional de un número de personas que lo aprenderían como segundo lengua y cuyos descendientes simplemente replicarían esta no neutralidad, incluso en este sentido débil de “no neutralidad” de no ser el lenguaje nativo de ninguna población existente. Por estas dos razones es que creo que el argumento de la neutralidad está exagerado.

Por razones pragmáticas no por ninguna razón intrínseca tenemos que ir por el idioma que ya es el más diseminado como segundo idioma en el mundo, que en Europa es el inglés.


¿Cuál considera es el más urgente problema que el mundo enfrenta en este siglo y cómo los filósofos pueden contribuir a solucionarlo o disminuirlo?


Sin lugar a dudas, el problema más urgente es la preservación de nuestro pequeño planeta. La especie humana ha tenido un increíble destino. En los inicios, llegó trabajosamente a ser unas de las incontables millones de especies de la Tierra. Luego ese siguió siendo el caso por una abrumadora parte de su historia. Sólo recientemente, incluso no sólo en la historia del planeta sino recientemente en la historia de la humanidad, esa humanidad comenzó a proliferar como ninguna otra especie lo había hecho antes.

No sólo proliferando sino también transformando su entorno como ninguna especie ha hecho jamás nada ni siquiera mínimamente que se parezca a lo que ha hecho la humanidad. Y no sólo eso, transformando profundamente el medio ambiente con las

primeras ciudades cinco mil años atrás, y más recientemente – doscientos años atrás – ha comenzado a excavar para obtener toda clase de riquezas minerales que se ocultan y se forman gradualmente en el suelo. En un término comenzó poco a poco a ser un gran festín, en el que se consumen a un paso muy rápido las reservas en un modo que es completamente insostenible para la gente que está cerca en el tiempo, para la gente que está tan lejos en como Sócrates o Platón, o incluso la gente que vivirá en el siglo XLV. Ellos mirarán hacia atrás y dirán: ¿qué cuernos hicieron entre los siglos XIX y XXI, quemando todo lo que se había estado acumulando por cientos de miles de años en el campo subterráneo? Si existe tal gente en el siglo XLV se preguntarán que estuvimos haciendo en este período.

La gente demasiado optimista dice: “no se preocupen encontraremos la tecnología que nos permitirá prescindir de todas las cosas que necesitamos imperiosamente cada día”. Por ejemplo, la luz de esta oficina. Pero incluso esto podría no ocurrir. Cada día somos más numerosos en la Tierra y eso podría seguir siendo así por un tiempo prolongado. Es totalmente injusto que tanta gente en el mundo, miles de millones, tengan tan poco acceso a la riqueza del mundo comparado con el acceso que tenemos nosotros. Es decir, poner los derechos al nivel del consumo que nosotros tenemos – en los países ricos – destruiría el planeta en un tiempo muy corto.

Por mucho el problema más urgente es este. Uno puede verlo como un problema de justicia entre generaciones. Uno puede verlo como un problema compartido de supervivencia de la especie humana como tal. Quiero decir, la Tierra sobrevivirá, el Sol sobrevivirá, pero nuestra especie podría destruirse a sí misma. Algunas personas podrían decir “¿y a mí qué me importa?”. Pero, yo creo que a todos nos preocupa, aunque sea un poquito.

El desafío para los filósofos, aquello en lo que pueden contribuir, es hallar medidas e inventar – o realizar – instituciones que puedan pretender ser tanto eficientes como justas, puesto que pensar qué es justo en este contexto es parte del trabajo de los filósofos.


Este año su universidad celebró 500 años de la publicación de Utopía. En su libro, Tomás Moro jugó con la idea del comunismo como una solución definitiva para varios problemas urgentes de justicia distributiva. ¿Cree que el comunismo aún puede ser la respuesta?


Sí y no, depende a lo que llames comunismo. Creo que Moro jugó con esa idea pero no está para nada claro que él creyera en ella. En la segunda parte del libro dice, más o menos, que algunas de las ideas son raras pero que algunas vale la pena sopesarlas para nuestras ciudades – in nostris civitatibus. Y luego dice: desearía que fueran implementadas más de lo que espero que lo sean. Optarim más que sperarim.

Si la propiedad común ilustrada por las instituciones de la isla de Utopía es algo que él cree como solución para un número de males y enfermedades que estaban diezmando la sociedad inglesa de su tiempo es algo mayormente dudoso. Francamente también creo no podemos simplemente liberarnos completamente del mercado, no sólo por los productos de consumo sino también por los medios de producción. La humanidad puede morir por el capitalismo, pero morirá con capitalismo. Tenemos que vivir con él. Pero, por supuesto, hay muchas formas de capitalismo. El capitalismo puede ser más o menos domesticado, más o menos arreado hacia una preocupación más justa por las necesidades de los seres humanos.

Es por eso por lo que digo en un sentido no, pero en otro sentido sí. Creo que hay aún núcleos aislados [pockets] de comunismo bien conocidos en el corazón del capitalismo. Un ejemplo es provisto por Wikipedia, la cual fue honrada por la Universidad

como una de las “utopías para nuestros tiempos” cuando se le otorgó el doctorado honoris causa a su fundador Jimmy Wales. Wikipedia es una realización parcial del comunismo si a lo que se hace referencia por comunismo no es la propiedad común de todos los medios de producción, sino un modo de organizar nuestra economía con la máxima “a cada cual voluntariamente según sus habilidades, a cada cual gratis según sus necesidades”. Eso es Wikipedia, una empresa fantástica donde cientos de miles de personas que contribuyen de acuerdo a esa máxima voluntariamente y gratis. La gente va y pesca sólo lo que necesita según sus propios deseos – o necesidades – de conocer más acerca de ciertos tópicos. Es fantástico y en ese sentido eso es comunismo.

Necesitamos más cosas así, lugares públicos, plazas públicas que puedan ser usadas gratis por la gente. Un modo puede ser que la cualidad y seguridad de estas plazas se alcancen a partir de la acción voluntaria de las personas: por ejemplo, la vigilancia de estos lugares para que sean seguros para niños, o manteniendo estos lugares limpios deshaciéndose de la basura. Haciendo eso voluntariamente se contribuiría a la calidad de la plaza pública y, al mismo tiempo, la podríamos disfrutar gratis.

Un segundo aspecto tras el ejemplo de Wikipedia es el ingreso básico. Por volver a una pregunta anterior y a una de las utopías a las que dediqué una gran parte de mi vida, tanto académica como de activista. En cierto sentido ambos son similares. Cuanto más alto sea el ingreso básico, más gente podrá contribuir gratuitamente a la sociedad. No sólo ocupándose de sus familias si no también de otras formas que beneficien a toda la comunidad. Al mismo tiempo eso significa que las necesidades básicas de cada uno, las necesidades comunes, estén cubiertas por ese ingreso.

En definitiva, el comunismo, si por ello uno se refiere a alguna clase de centralismo soviético de los medios de producción, no es ni deseable ni plausible. Pero el comunismo, tal como lo ilustré a partir de Wikipedia, espacios públicos de calidad especialmente en nuestras ciudades y el ingreso básico, ese comunismo es deseable y factible.