Artículos


MOVIMIENTOS SOCIALES Y EL PROYECTO DE AUTONOMÍA

REFLEXIONES DESDE EL PENSAMIENTO DE CASTORIADIS


Social Movements and the Autonomy Project

Reflections from Castoriadis Thought


LEONARDO CANCINO1

(UCh, Chile)


Resumen


Castoriadis reflexiona a través de su obra sobre la relación entre los movimientos sociales y el proyecto de autonomía. Dicha relación dista de ser homogénea y transcurre por momentos de proximidad y distanciamiento. A los momentos de proximidad los agrupa bajo la noción de movimiento de emancipación y destaca la importancia de sus diferentes expresiones ya sea que se trate de contener al capitalismo, o bien de la institución de prácticas deliberativas o de derechos parciales. Paralelamente, advierte sobre los riesgos de las desviaciones y límites recurrentes en que desembocan estos actores colectivos, a saber, la contaminación por el imaginario del progreso, la burocratización, el lobby y la incapacidad de sobrepasar la movilización. Asimismo, se presenta la noción de imaginario colectivo como un dispositivo teórico que permite la aproximación a los movimientos sociales como un campo disputa y tensiones al interior del magma de significaciones sociales.

Palabras clave: movimientos sociales | autonomía | emancipación | imaginario colectivo | capitalismo.


Abstract


Castoriadis thinks through his work on the relationship established between social movements and the autonomy. This relationship is far from to be homogeneity and goes through moments of closeness and distance. The moments of proximity are grouped under the notion of emancipation movement and are emphasized in the importance of its various expressions, it be to hold back capitalism or else the institution of deliberative practices or partial rights. Parallel, he warns of the risks of deviations and recurring limits to fall in these collective actors, namely, the pollution through imaginary progress, bureaucratization, the lobby and the inability to overcome the mobilization. Additionally, the notion of collective imagination is presented as a theoretical device that allows the


  1. El autor es becario CONICYT-PCHA/Doctorado Nacional/2015-21150831.


    approximation to social movements as a disputed field and tensions inside of the magma of social meanings.

    Keywords: Social movements | Autonomy | Emancipation | Collective Imaginary | Capitalism.


    Introducción


    Para la ciencia social no es extraño el debate en torno a la dimensión mezzo social, se haga referencia al vínculo agencia/estructura (Archer, 2009) o a la intersubjetividad (Berger y Luckmann, 1968), se alude frecuentemente y en términos amplios a la relación y los procesos sociales que median entre el individuo y la sociedad. La obra de Castoriadis no estará ajena a este debate. En efecto, dicha dimensión se ha constituido en un ámbito de diálogo a nivel teórico (Castoriadis, 1998:21-99; Cristiano, 2009:131-145; Habermas, 1989:387- 396), así como también, en un ámbito de estudio para llevar sus ideas a la investigación empírica. Este artículo va en aquella dirección y pretende arrojar luces tanto a nivel teórico como empírico sobre la dimensión mezzo social en Castoriadis a partir de algunas de sus ideas sobre los movimientos sociales.

    A diferencia de buena parte de las posiciones que se suelen asumir al abordar la cuestión mezzo, para Castoriadis el polo irreductible no es aquel constituido por el individuo y la sociedad, sino que por psique y sociedad (1997:269). Para este filósofo, el individuo está casi completamente socializado, será un fragmento que exudará el imaginario de su sociedad (Castoriadis, 1998:313). No obstante lo anterior, el espacio que media entre individuo y sociedad subsistirá como ámbito de interrogación y de praxis por lo que Castoriadis lo atenderá a través de su obra en sus análisis y reflexiones sobre actores colectivos concretos.

    Ahora bien, ¿cuál es estatus de los movimientos sociales en la obra castoridiana? Castoriadis se refiere en escasas ocasiones de manera explícita a la noción de movimiento social (2002:31; 2008:17; 2008b:55,56; 2008c:109), lo cual podría deberse a la concepción que este autor tiene sobre lo social, quien lo entiende como una totalidad que va más allá de individuos y colectivos


    particularizados. Distinto es el caso de los movimientos sociales específicos, tales como el movimiento obrero, de mujeres, estudiantiles, ecologistas, entre otros, que serán atendidos de modo más frecuente tanto en la adhesión o distanciamiento del proyecto de autonomía como en relación a su capacidad de poner límites al capitalismo. En consecuencia, los movimientos sociales serán importantes pero no centrales en la obra de Castoriadis ya que éstos emergerán como un efecto de una preocupación y de una discusión más amplia, aquella otorgada por este autor al proyecto de autonomía y su consecuente crítica a las instituciones heterónomas. De tal modo que se carece de una teoría castoridiana sobre movimientos sociales, no obstante como ya se ha señalado, podemos encontrar alusiones reiteradas sobre movimientos sociales específicos a lo largo de su obra.

    La estructura de este artículo es la siguiente. En un primer momento se profundiza en el origen y relación entre el proyecto de autonomía, capitalismo y el movimiento de emancipación, así como en las expresiones que ha tenido el proyecto de autonomía en movimientos concretos. En el segundo momento, se hará referencia a la disputa por los imaginarios sociales y se propone la noción de imaginario colectivo para facilitar el abordaje empírico de los movimientos sociales. En el tercer momento, se exponen las desviaciones y límites frecuentes que los movimientos sociales tienen con respecto al proyecto de autonomía. Se concluye el artículo, con una síntesis y reflexiones finales sobre las ideas expuestas.


    El proyecto de autonomía, capitalismo y movimiento de emancipación


    En el pensamiento de Castoriadis cada sociedad instituye un mundo propio de significaciones e instituciones imaginario sociales que se remiten las unas a las otras. Con ello, la sociedad en cuestión se semi clausura en su propio imaginario, produciendo individuos socializados que la reproducen. Esta semi clausura fue abierta por primera vez en Grecia con la creación del proyecto de autonomía individual y social que puede ser descrito como aquel por el cual los


    seres humanos cuestionan las instituciones existentes y reflexionan, deliberan e instituyen de modo explícito las normas que los van a regir (Castoriadis, 2008:17). Del proyecto de autonomía se derivan las instituciones imaginario sociales de la política y la filosofía. La política es aquella actividad colectiva “lúcida y reflexiva, que se interroga acerca de las instituciones de la sociedad, y llegado el caso, aspira a transformarlas” (Castoriadis, 1997:150), mientras que la filosofía, corresponde al cuestionamiento de las “representaciones colectivas dominantes en el mundo, la sociedad, la verdad o los valores” (Castoriadis 2002:130), es decir, interroga las creencias comunes de la polis.

    El proyecto de autonomía resurge durante el Renacimiento e irá abarcando cada vez mayores áreas de influencia hasta la década de 1950 en que comenzará su contracción y debilitamiento2 (Castoriadis, 2008:19-22). Paralelamente, durante el siglo XVIII, emergerá la significación imaginaria del capitalismo o “la expansión ilimitada del dominio racional” (Castoriadis, 2008:19). Lo racional entendido en su acepción capitalista, es decir, aquella que se identifica con la “cuantificación y conduce a la fetichización del crecimiento en sí misma” (Castoriadis, 2008:20).

    En consecuencia, si cada sociedad instituye un mundo propio de significaciones que la condicionan, el mundo propio de la sociedad contemporánea estará condicionado por las significaciones imaginario sociales de la autonomía y el capitalismo, que siendo opuestas se contaminan recíprocamente (Castoriadis, 1997:54; 2008:19-20). No obstante el reconocimiento de la coexistencia de ambos imaginarios, Castoriadis muestra una predilección ético política por el proyecto de autonomía (1998:75). En este punto es pertinente señalar la distinción entre validez de hecho y de derecho. La validez de hecho tiene que ver el reconocimiento de la existencia de distintas significaciones imaginarias sociales; mientras que la validez de derecho, implica la reflexión y la deliberación sobre cuáles significaciones e instituciones imaginarias sociales son preferibles (Castoriadis, 1998:58-59). El paso del hecho al derecho fundamenta la validez del proyecto de autonomía.


  2. A pesar de constatar el declive en que entra el proyecto de autonomía en la década de 1950, Castoriadis reconocerá en los movimientos de los años sesenta la última tentativa colectiva de instituir algo nuevo (1997:168).


    Debido a ello, Castoriadis se preocupa en buena parte de su obra por los límites que el movimiento obrero le impuso al imaginario capitalista, así como también a la manifestación o emergencia de la autonomía en ciertas movilizaciones y en movimientos sociales específicos. A ambas dimensiones el filósofo las articula bajo la noción de movimiento político de emancipación (Castoriadis, 1997:105).

    El capitalismo será contenido en su expansión ilimitada a todas las esferas de la vida por efecto del movimiento obrero, actor colectivo que lo hará relativamente tolerable. Ejemplo de ello lo constituyen la reducción de la jornada laboral que permitió reintegrar la fuerza de trabajo que de otro modo habría engrosado los bolsones de desempleo por efecto de la incorporación de tecnología o la inyección de recursos a los mercados internos a través del aumento del salario exigido por los trabajadores que permitió absorber la producción creciente de la industria capitalista (Castoriadis, 2008c:109).

    Con relación a las manifestaciones de autonomía en actores o movilizaciones específicas, además de la experiencia griega y renacentista, Castoriadis reconoce como parte del movimiento de emancipación a algunas de las instituciones creadas también por el movimiento obrero y ciertas significaciones que emanan de los movimientos de la década de 1960. En el primer caso, el filósofo utiliza como ejemplos de expresiones de autonomía: la rotación de los responsables en los sindicatos británicos, la importancia asignada a las asambleas generales soberanas, la revocabilidad permanente de los delegados por la Comuna de París, los Consejos Autónomos formados en Hungría durante 1956 y las exigencias sobre la propiedad de los medios de producción (Castoriadis, 2002:142). En el caso de los movimientos de la década de 1960, incluye a los movimientos de mujeres, minorías, estudiantes y jóvenes, y señala como ejemplos de autonomía: las libertades de anticoncepción y aborto, la modificación de las relaciones entre padres e hijos o entre sexos, el alivio de parte de la discriminación racial en EE.UU., la crítica y transformación de la relación docente/alumno así como a los contenidos y formas tradicionales de enseñanza (Castoriadis, 1997:38-39; 2008:22).

    Debido a lo anterior, no debe confundirse a los movimientos sociales con


    el movimiento de emancipación, los primeros eventualmente actuarán como parte del segundo pero no se identifican en todo momento con él. En este sentido, Castoriadis no considera a los movimientos sociales como esencialmente anticapitalistas, ni como un sujeto colectivo homogéneo. Sino que, junto con reconocer la potencialidad de los movimientos sociales de hacer suyo y legar el proyecto de autonomía los entiende como un campo de disputas, de desviaciones y límites.


    La disputa por los imaginarios. Claves empíricas


    Debido a que los movimientos sociales son portadores de significaciones particulares (Castoriadis, 1998:47), es posible utilizar para efectos empíricos la noción de imaginario colectivo3 como una noción que se desprende de la de imaginario social y que corresponde a un conjunto específico extraíble del magma de significaciones sociales, por lo que posee buena parte de sus características aunque también ciertas diferencias. Dentro de éstas últimas, cabe destacar que el imaginario colectivo corresponde a significaciones privilegiadas por un grupo en particular a través de las cuales disputa las significaciones predominantes al interior del imaginario social, al mismo tiempo que le permite al movimiento en cuestión articularse y diferenciarse de otros sujetos colectivos y socializar a nuevos miembros en su propio imaginario.

    Dentro de las similitudes con el imaginario social destaca que el imaginario colectivo que portan los movimientos sociales contiene también significaciones centrales y derivadas (Castoriadis, 2007:560); las significaciones centrales son aquellas organizadoras del mundo propio del colectivo en cuestión, se obtienen previa labor analítica y se expresan a través de todo su entramado de significaciones derivadas. Por su parte, las significaciones derivadas se encarnan en las instituciones sedimentadas4 y en tanto son

  3. Agradezco a Juan Pablo Paredes los aportes efectuados para el desarrollo de esta noción. Véase en un sentido parcialmente diferente a Lizcano (mayo, 2003) quién desarrolla la noción de imaginario colectivo para destacar formas de convivencia distinguibles del imaginario burgués, al cual identifica con el imaginario social.


  4. Recordemos que para Castoriadis una institución es aquello sobre lo cual recae una sanción social y que a su vez crea sentido (2002:133).


    expresiones de las significaciones centrales remiten en todo momento a éstas. Debido a esto, se sugiere ingresar al fenómeno indagado por la vía de sus instituciones, a partir de las cuales es posible profundizar en el universo de significaciones que las animan. Integrando con ello, tanto sus dimensiones materiales como las propiamente imaginarias5.

    Una vez que el imaginario colectivo ha sido traducido a sus significaciones centrales y derivadas es posible establecer las demandas y el tipo de mundo por el cual el movimiento social se constituye y con las cuales disputa las significaciones predominantes que existen en la sociedad. El imaginario colectivo establece los marcos de sentido que condicionan el modo en que es interpretado el movimiento en cuestión tanto para otros colectivos como para sus integrantes (Castoriadis, 1998:26). Asimismo, el movimiento social considerado ampliará su espacio de influencia en la sociedad con la capacidad de articular su imaginario con otros colectivos y con la producción de individuos socializados y resocializados que reproduzcan su concepción de mundo (Castoriadis, 1997:36). De tal suerte que los movimientos sociales se convierte en un objeto de investidura a través del cual se accede al mundo social (Castoriadis, 1998:45).

    El imaginario colectivo, está imbricado al imaginario social del cual forma parte. En este sentido, no existirá un corte abrupto entre ambos. De este modo, constituirá una suerte de configuración cultural antes que una identidad rígida separada del contexto y de los procesos históricos (Grimson en Hakim, 2014; Hurtado, 2008).

    Ni el imaginario colectivo ni la socialización de los individuos en él implicarán una direccionalidad predeterminada, por lo que el filósofo estará atento para advertir sobre sus desviaciones y límites habituales.


    Desviaciones y límites en los movimientos sociales


    A partir de los análisis que efectúa Castoriadis sobre los movimientos sociales específicos, es posible advertir cuatro formas de desviación y/o límites con


  5. Para una profundización en los aspectos metodológicos, véase Cancino (2011).


respecto al proyecto de autonomía, estas son: la contaminación de este proyecto por el imaginario del progreso, la tendencia a la burocratización, la transformación de los movimientos en lobbies y la incapacidad para instituir de modo permanente su aspiración de mundo.

Más arriba, se señaló que las significaciones imaginarias de la autonomía y el capitalismo se contaminan recíprocamente. Una de las manifestaciones más elocuentes de esta contaminación es aquella por la cual el movimiento obrero asume el imaginario del progreso, es decir, la creencia que el desarrollo ilimitado del crecimiento y la producción implicarían “la causa o condición decisiva para la felicidad o emancipación humana” (Castoriadis, 2008:21). No está demás señalar que esto no solo no ha correspondido a la realidad, sino que una de sus consecuencias más perversas ha sido la aniquilación de buena parte de la vida sobre el planeta al nivel de poner riesgo su habitabilidad futura para la especie humana (Castoriadis, 1997:33; 1998:98).

Por su parte, la tendencia a la burocratización fue constatada por Castoriadis en sus análisis del movimiento obrero, de los partidos políticos y de la democracia procedimental. Y refiere, a la diferenciación de niveles organizacionales en que unos pocos se transforman en dirigentes y una gran mayoría en ejecutantes (1998:86). El grupo dirigente enajena la capacidad del colectivo de reflexionar y deliberar sobre las normas que los van a regir así como de los propósitos que los van a orientar. Aquello que en un comienzo bregaba por el proyecto de autonomía se desvía y se transforma en institución heterónoma que adquiere la forma de una organización burocrática-jerárquica cuyo único fin es su auto conservación (Castoriadis, 1997:24; 2008:19). La conformación del aparato burocrático no tendrá que ver con la capacidad para atender tareas específicas sino que con la habilidad de sus integrantes para hacerse seleccionar o en su versión liberal, en la habilidad para encarnar a personajes vendibles (Castoriadis, 1997:22).

La transformación de los movimientos sociales en lobbies, corresponde a la tendencia de los cuerpos intermedios de la sociedad de orientarse hacia intereses corporativos y fragmentados en desmedro de apuntar a la transformación global de la sociedad (Castoriadis, 1997:24). Con ello, se crean


presiones contrapuestas que bloquean el avance de la sociedad hacia cuestiones sustantivas (Castoriadis, 2002:131).

Con relación a los límites a los que acceden los movimientos sociales, Castoriadis advierte expresamente sobre la incapacidad de sedimentar instituciones y con ello “ir más allá de la proclamación y la manifestación” (1997:37). Sobre los movimientos de la década de 1960 dirá que “ninguno de ellos ha podido proponer una nueva visión de sociedad, ni hacer frente al problema político global como tal” (Castoriadis, 2008:22). Asimismo, plantea la dificultad de los movimientos políticos modernos en prolongar positivamente la crítica al orden existente, asumiendo “la aspiración de autonomía como autonomía, al mismo tiempo individual y social, instaurando un auto gobierno colectivo” (1997:44). No obstante lo anterior, agrega que si bien este fracaso ha sido recurrente en la historia contemporánea no se debe entender como total, ya que en ciertas ocasiones se ha logrado la institucionalización formal de ciertos derechos y otras veces, se han dejado “huellas profundas en la mentalidad y en la vida efectiva de las sociedades” (1997:45). Cuestiones que hacen más o menos viable la sociedad actual y eventualmente servirán como medio y punto de partida para nuevas conquistas (Castoriadis, 1997:46).


Síntesis y reflexiones finales


A partir de las ideas desarrolladas por Castoriadis sobre los movimientos sociales, se ha ilustrado su pertinencia sobre este campo de estudio y paralelamente, se han expuesto algunas claves en su pensamiento que facilitan la comprensión y análisis de la dimensión mezzo social.

De este modo, se puso en evidencia la distancia que guardan los movimientos sociales con el proyecto de autonomía; distancia que se ha superado en escasas ocasiones y que corresponden a momentos en que los movimientos sociales han puesto freno a la expansión capitalista, instituido formas de autogobierno colectivo o han legado significaciones imaginario sociales que expanden los ámbitos de libertad de ciertos sujetos sociales. A estas diferentes expresiones del proyecto de autonomía en los movimientos sociales


Castoriadis las denomina movimiento de emancipación.

En tanto los movimientos sociales privilegian ciertas significaciones imaginarias dentro del magma de significaciones circulante en el imaginario social, es posible sostener que estos son constituidos y a su vez portan un imaginario colectivo. El imaginario colectivo disputará las significaciones predominantes existentes en una sociedad determinada, permitirá la socialización de individuos en él, la articulación y diferenciación del movimiento social considerado con otros actores colectivos y condicionará los marcos de interpretación a través de los cuales será leído el movimiento, tanto por sus integrantes como por otros actores sociales. En este sentido, se sostiene que los movimientos sociales constituyen espacios de desplazamiento y cambio de las instituciones y significaciones existentes en una sociedad determinada.

Debido a que los movimientos sociales no se identifican en todo momento con el proyecto de autonomía, Castoriadis estará atento en advertir sus desviaciones y límites recurrentes. Dentro de las cuales, incluye: la mitificación del imaginario del progreso concibiéndolo como el instrumento principal de emancipación y felicidad humana; la tendencia a la burocratización por la cual se crea la división social y organizacional entre gobernantes y gobernados; la transformación de los movimientos sociales en lobbies que bregarán por cuestiones corporativas antes que por transformaciones sociales sustantivas; y la escasa capacidad que han tenido los movimientos sociales recientes para instituir las significaciones sociales que los animan. No obstante lo anterior, reconoce que su legado parcial puede servir como punto de partida para nuevas disputas que se orienten a la emancipación de la humanidad.

Finalmente, cabe señalar que en una época en que la apatía y el conformismo generalizados van ampliando su influencia, se hace cada vez más necesaria la politización de la sociedad, es decir, que ésta retome el cuestionamiento, deliberación y creación de instituciones que expandan la autonomía individual y social (Castoriadis, 1997:119-120). Si las instituciones políticas que tradicionalmente estaban a cargo de cumplir este rol se han ido vaciando de sentido, perdiendo la facultad de socialización y con ello la capacidad de mantener la existencia de una sociedad cohesionada ¿cuáles serán


los espacios que llenarán este vacío? Se está lejos de una respuesta concluyente. Sin embargo, como ya se ha señalado, los movimientos sociales constituyen espacios de disputa y transformación de las sociedades. En este espacio se aloja su potencia creadora (Castoriadis, 1998:32; Paredes, 2011), y con ello la posibilidad siempre abierta de perpetuar el proyecto de autonomía a través de formas que no han sido concebidas hasta ahora o que habiendo sido creadas previamente, necesitan revitalizarse.


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