https://doi.org/10.34024/prometeica.2024.29.15733
¿COMUNISMO SIN COMUNISTAS?
LA HIPÓTESIS COMUNISTA DESDE LA PERSPECTIVA DE J. RANCIÈRE
¿COMMUNISM WITHOUT COMMUNISTS?
The communist hypothesis from the perspective of J. Rancière
¿COMUNISMO SEM COMUNISTAS?
A hipótese comunista na perspectiva de J. Rancière
(Universidad Autónoma de Baja California, México)
(Universidad Privada del Norte, Perú)
(Universidad Tecnológica del Perú, Perú)
Recibido: 02/10/2023
Aprobado: 23/02/2024
RESUMEM
El objetivo de este artículo consiste en abordar algunos argumentos de la filosofía de J. Rancière relacionados con la necesidad de repensar el comunismo. La hipótesis de trabajo insiste en señalar que Rancière no defiende ningún proyecto comunista. Esto al menos por tres razones: no hay igualdad de las inteligencias, el comunista funge como profesor explicador en aras de concientizar a los embrutecidos, el comunismo pertenece a una temporalidad histórica teleológica, lo que a su vez supone un aplazamiento de la emancipación. Finalmente, cerramos este diálogo con las posibilidades presentes de esta otra forma de concebir la igualdad y la emancipación.
Palabras clave: comunismo. igualdad. emancipación. comunismo de la inteligencia.
ABSTRACT
The objective of this article is to address some arguments from J. Rancière's philosophy related to the need to rethink communism. The working hypothesis insists on pointing out that Rancière does not defend any communist project. This is for at least three reasons: there
is no equality of intelligence, the communist serves as an explanatory teacher in order to raise awareness among the brutalized, communism belongs to a teleological historical temporality, which in turn implies a postponement of emancipation. Finally, we close this dialogue with the present possibilities of this other way of conceiving equality and emancipation.
Keywords: communism. equality. emancipation. communism of intelligence.
RESUMO
O objetivo deste artigo é abordar alguns argumentos da filosofia de J. Rancière relacionados à necessidade de repensar o comunismo. A hipótese de trabalho insiste em apontar que Rancière não defende nenhum projeto comunista. Isto ocorre por pelo menos três razões: não há igualdade de inteligência, o comunista serve como professor explicativo para conscientizar os embrutecidos, o comunismo pertence a uma temporalidade histórica teleológica, que por sua vez implica um adiamento da emancipação. Por fim, fechamos este diálogo com as possibilidades atuais desta outra forma de conceber a igualdade e a emancipação.
Palavras-chave: comunismo. igualdade. emancipação. comunismo de inteligência.
En principio, y para introducir la reflexión, habría que indicar que el comunismo goza de mala fama. Desacreditado, o peor aún, deslegitimado como un error de la historia del que ya no queremos acordarnos. No obstante, a pesar de esta falta de credibilidad vuelve a generar cierta curiosidad ante las crisis del mundo contemporáneo colocándolo de nuevo en el horizonte de la discusión.
En el artículo “el comunismo vuelve entre los filósofos” Claude Morilhat (2013) realiza un mapeo de los nombres de aquellos pensadores que en pleno siglo XXI se dan el tiempo para repensar la idea del comunismo. Entre estas figuras sobresalen los nombres de A. Badiou, Étienne Balibar, Andre Tosel, Slavoj Žižek, y por supuesto, Jacques Rancière el filósofo que nos compete revisar en este texto.
J. Rancière creador de una filosofía política y estética disruptiva, que abarca temas como la emancipación, la igualdad, la crítica, el reparto de lo sensible, y otros, provoca, ocasionalmente, sospechas o paradójicamente desacuerdos. Testigo de los movimientos del 68 y el mayo francés, desde muy joven se embarca en la tarea de formular preguntas y respuestas más allá de las lecciones de su profesor Althusser.
La hipótesis de este trabajo insiste en señalar que Rancière no defiende ningún proyecto comunista. Esto al menos por tres razones: no hay igualdad de las inteligencias, el comunista funge como profesor explicador en aras de concientizar a los embrutecidos, el comunismo pertenece a una temporalidad histórica teleológica, lo que a su vez supone un aplazamiento de la emancipación.
Este trabajo se organiza en tres dimensiones. En la primera, revisamos la crítica al comunismo desde la perspectiva de la igualdad de las inteligencias y la emancipación. En la segunda, la objeción a la hipótesis comunista a través de las figuras del partido y el enemigo, a favor del comunismo de las inteligencias. En la tercera, abordamos los momentos comunistas como acontecimientos que rompen con la rutina de la vida y el trabajo. Por último, problematizamos sobre las implicaciones de repensar la idea del comunismo en el presente.
Rancière (2010) en la conferencia ¿Comunistas sin comunismo? presentada en el coloquio “On the idea of communism” plantea una serie de reflexiones para repensar el significado actual del término comunismo. Ahora bien, el hecho de haber postulado que el término comunista en pleno siglo XXI es la etiqueta del estado o partido que gobierna China, es decir, la nación capitalista más ambiciosa y próspera del planeta, no es un buen augurio: “Ese vínculo presente entre la palabra “comunismo” el absolutismo estatal y la explotación capitalista debe estar presente en el horizonte de toda reflexión sobre lo que puede significar hoy” (Rancière, 2010, p.132). A partir de esta advertencia, el filósofo sospecha sobre los alcances de todo régimen comunista, por el hecho de que a pesar de las buenas intenciones se repiten algunas prácticas capitalistas.
De entrada, Rancière (2010) retoma una sentencia de A. Badiou “La hipótesis comunista es la hipótesis de la emancipación” (p.132). Destacando, en este contexto, el sentido intrínseco de las prácticas emancipatorias en toda cosmovisión comunista. El problema, empero, surge con el estatuto interpretativo del concepto de emancipación. Veamos por qué. En primer lugar, emanciparse supone salir de un estado de minoridad; menor es aquel que necesita guía, cobijo, orientación, enseñanza. Acciones que se vinculan sobre todo con la lógica de la pedagogía de la ilustración, cuyo sustrato básico postula que los ignorantes requieren un intelectual o profesor explicador para alumbrar la conciencia, y de este modo, acabar con la ceguera y minoridad que los habita: “Menor es aquel que necesita ser guiado para no correr el riesgo de perderse siguiendo su propio sentido de la orientación” (Rancière, 2010, p.132).
Por lo anterior, la emancipación en el proyecto político de Rancière cobra sentido si la reconocemos desde la igualdad de las inteligencias y al margen de cualquier proyecto histórico futuro. Lo primero significa que la inteligencia es una, es decir, no existe la inteligencia altiva del intelectual comunista explicador, y lo segundo; que la emancipación no se desprende de una temporalidad teleológica donde al final se alcanzará la libertad.
Para comprender la tesis de la igualdad de las inteligencias es importante conocer la obra el Maestro Ignorante escrita en el año de 1997, obra clave para descifrar el resto de las ideas desarrolladas en otros libros. En ella el autor desarrolla una serie de argumentos a partir de la figura de Joseph Jacotot (1770- 1840), un abogado que por azares del destino se inserta en la docencia sin estar preparado para ello. El ejemplo básico que comparte Rancière, consiste en narrar las hazañas de este personaje, quien, a través de la lectura del Telémaco en un idioma desconocido para sus estudiantes, observó que ellos eran capaces de aprender por sí mismos sin la figura del profesor como amo del saber.
Esto supone pensar que si el comunismo es un proyecto emancipatorio, entonces tomaría en cuenta el principio de igualdad de la inteligencia, y dejaría de lado la figura del intelectual comunista explicador. Asimismo, el partido comunista permitiría que los trabajadores experimentaran otras formas de pensar, sentir y hacer, sin la opresión del orden policial. Sin embargo, desde la óptica del filósofo francés las pretensiones del comunismo carecen de estos mecanismos de eficacia. Veamos, por qué.
En su opinión, ejemplos de emancipación requieren la práctica de un comunismo de la inteligencia, a saber, la suposición que enfatiza la capacidad autónoma al margen de un maestro explicador. Empero, las ideas comunistas no otorgan confianza a la inteligencia de “los cualquiera”, pues continúan reproduciendo la necesidad de un guía que los lleve a la toma de conciencia pues dudan de la capacidad colectiva. Así es clave destacar que: “La hipótesis de emancipación es una hipótesis de confianza. Pero el desarrollo de la ciencia marxista y de los partidos comunistas la mezcló con su contrario, una cultura de desconfianza basada en la presuposición de la incapacidad de la mayoría para ver y comprender” (Rancière, 2010, p.139).
Con la cita anterior, constatamos la falta de credibilidad en la capacidad de “los cualquiera”, a saber, del pueblo, de los embrutecidos, de los trabajadores. Esta falta de fe en el poder emancipatorio de los hombres y mujeres sin capital intelectual, resulta finalmente elitista. Insistiendo, una y otra vez, que sólo
a través del conocimiento que poseen los intelectuales comunistas, los trabajadores se darán cuenta de la explotación que padecen y tomarán conciencia de su condición de clase. No obstante, para el filósofo francés estas aspiraciones pequeño burguesas son jerárquicas y desiguales de antemano, por el hecho de que: “El comunista desempeñó o bien el papel del anarquista pequeñoburgués, impaciente por ver realizadas sus aspiraciones, a riesgo de poner en peligro el andar lento y necesario del proceso, o bien el del militante educado completamente consagrado a la causa colectiva”. (Rancière, 2010, p.142). En consecuencia, el modus operandi del personaje comunista se caracteriza, bajo este enfoque, como un ser inteligente y educado, cuya función social radica en transmitir los procesos operativos del sistema capitalista en sus diversas dimensiones.
De manera similar, esta crítica se relaciona con la objeción que en su momento Rancière realizó a su profesor Althusser (1918-1990). Recordemos que, para el joven pensador el supuesto que postula que la misión del intelectual consiste en explicar los mecanismos de opresión a las clases menos favorecidas, representaba una posición privilegiada que reproducía la desigualdad cognitiva:
Pensemos solamente en la manera en que mi generación pasó de la fe althusseriana por la ciencia, encargada de develar las inevitables ilusiones de los agentes de la reproducción, hasta el entusiasmo maoísta por la reeducación de los intelectuales a través del trabajo en las fábricas y la autoridad de los trabajadores (a riesgo de confundir la reeducación de los intelectuales mediante el trabajo manual con la reeducación de los disidentes mediante el trabajo forzado. (Rancière, 2010, p.140).
Lo anterior señala que la lectura que Rancière desarrolla en torno al comunismo se vincula intrínsecamente con la crítica que en su momento realizó a la estrategia althusseriana de la concientización, en la cual el conocimiento científico era clave para despertar a las masas alienadas de la bruma ideológica. Siguiendo con esta lógica, también vincula la fe cientificista con el entusiasmo maoísta, pues ambas estrategias buscan reeducar ya sea a los trabajadores o a los mismos intelectuales. Pues recordemos:
¿Qué era el marxismo cientificista? Era la idea de que la dominación se fundamenta simplemente en la posesión o la desposesión del saber, la idea de que los proletarios estaban privados del saber de su situación, del saber de lo que le causaba y que, en consecuencia, el papel de los intelectuales consistía en aportarles esa conciencia que les faltaba. (Rancière, 2010, p.81)
Para comentar lo anterior, cabe destacar que Rancière insiste en objetar que los incapaces necesitan de algún saber para liberarse, es decir, por experiencia propia conocen las injusticias del sistema laboral. Por esta razón, no se trata de una falsa conciencia que hay que iluminar, sino que se trata de aceptar que son capaces y que más allá de la etiqueta de ignorantes, ellos ya poseen un saber.
Ahora bien, como mencionamos al inicio de este apartado, otro de los problemas que vislumbra Rancière con la lógica comunista es la temporalidad con la que conciben la emancipación. Al respecto el filósofo francés argumenta que: “si se considera que nos vemos transportados por una especie de corriente de la historia, por el desarrollo del capital, por la transformación de los modos de producción, nunca nos emanciparemos” (Rancière, 2011, p.240). De modo que, resulta necesario abandonar y cuestionar estas premisas, pues para Rancière el capital sigue su curso y lamentablemente no desaparece. Aclarando que esta posición, no coincide con el orden policial del capital, sino que simplemente niega el flujo natural de la historia hacia una sociedad comunista como promesa de salvación:
Desde mi punto de vista, hay que salir de esa temporalidad de los objetivos, del futuro opuesto al presente, o del crecimiento de las potencialidades del presente, las cuales no se definen por cálculos estratégicos, sino por nuevas capacidades que pueden surgir, desarrollarse, confirmarse en cualquier momento. (Rancière, 2011, p.240).
Lo anterior sería uno de los factores que promueven el fracaso del comunismo, pues al estar anclado en algo que va a ocurrir en un tiempo posterior al presente nunca termina por volverse un hecho. Por eso, Ranciére se opone tajantemente a cualquier lógica lineal que implique un tiempo secuencial donde al final aparecería la igualdad, pues, por el contrario, la igualdad es un punto de partida.
En suma, el filósofo francés plantea que una resignificación del término comunista en el contexto actual requiere romper el pacto de las jerarquías cognitivas y apostar por un poder igualitario para cualquiera. No se trata de decir que Rancière está totalmente en contra de cualquier hipótesis comunista, se trata, por el contrario, de señalar aquellas fallas o vacíos que han imposibilitado su potencia emancipatoria por estar viciado de principio por un posicionamiento desigual y una temporalidad progresiva por etapas.
A continuación, abordaremos otros desacuerdos que emanan de esta relectura del comunismo.
Volvemos ahora al punto de partida de este trabajo, si la hipótesis comunista desde la lectura contemporánea de Rancière, sigue atrapada en la desigualdad de las inteligencias y en una idea teleológica de la emancipación por ende sería prudente preguntarnos: ¿Qué otra luz arroja el pensamiento político del filósofo francés? De entrada, hay que recordar que no apuesta por la misión de los partidos políticos como fuentes del bienestar y emancipación colectiva. Pero, ¿Qué razones da Rancière para esta toma de distancia?
En primer lugar, la idea de un partido político sigue edificada bajo la idea del estado protector, aquel que habrá de encargarse de esos pobres trabajadores embrutecidos que ignoran que son explotados. Sin embargo, “los cualquiera” nunca se ha identificado con partido alguno, ni siquiera con una clase proletaria, porque finalmente lo que los vuelve poderosos es la no identificación con las instituciones. La pregunta, entonces, se encamina a indagar en las posibilidades de crear un nombre común sin depender a ninguna institución partidista, pues “Si se responde diciendo “Hace falta un partido”, se está respondiendo con un parche, puesto que se está afirmando que, en definitiva, para unificar hace falta una instancia unificadora”. (Rancière, 2013, p.5).
De este modo, el desinterés de Rancière por defender cualquier institución partidista en aras de un proyecto libertario no tiene sentido. Es decir, estimular la difusión de estas ideas no contribuye a la multiplicación de las capacidades de los sin parte, puesto que sigue propagando modelos jerárquicos entre un amo protector en nombre de un partido y una multitud de embrutecidos. Hace falta entonces cambiar el rumbo de las opciones políticas sin desestimar lo común colectivo como punto de empuje y como clave inicial. Por ello Rancière argumenta “Se trata de saber cómo extraer un nombre común que sea susceptible de nombrar lo que es común como dinámica de acción y como esperanza de porvenir.” (Rancière, 2013, p.6).
Por lo tanto, la tarea más urgente de esta objeción es desmontar la idea jerárquica de la existencia de un comunismo inteligente en manos del partido liberador. El hecho de haber postulado que el intelectual comunista tenía como misión transmitir el conocimiento de los modos de opresión capitalistas, supone cuestionar la poca capacidad del comunismo para igualar la inteligencia por el hecho de que el inteligente desde esta perspectiva política corresponde al militante comunista: “Los comunistas, parecen encontrarse en una posición privilegiada en relación a la clase obrera” (Forero, 2015, p.101). Este hecho, trae como consecuencia la negación de un principio igualitario que paradójicamente aspiran a promover, ignorando de antemano que formular una separación entre el hombre de ciencia y el hombre trabajado entraña una división indisoluble.
Sintetizando, las posibilidades de igualdad y emancipación no residen en la construcción de una organización política partidaria, sino en la potencia multiplicadora de las capacidades de aquellos que eran calificados como incapaces. Por esta razón, la lucha va encaminada en la afirmación de una capacidad común: “La única inteligencia comunista es la inteligencia colectiva a través de estos experimentos” (Rancière,2013, p. 6). De este modo, se apuesta por universalizar la capacidad de “los cualquiera”, erradicando toda suposición que divide las capacidades y los lugares; potenciando el principio de igualdad como rasgo común de un sujeto colectivo.
Ahora bien, como señalamos anteriormente, en la concepción política de Rancière no hay un enemigo a quién tengamos que derribar. Dentro de esta constelación, se elimina toda pretensión de venganza; ya sea desde la militancia, las guerrillas o el activismo estratégico. La presuposición implícita en esta inversión implica la negación de cualquier forma de violencia y enemistad como vía para la igualdad, pues la lucha por la emancipación no implica daño alguno. Sumado a esto, no hay que olvidar que la tesis del enemigo se ha prestado a multitud de malentendidos; pues se daba por sentado que el partido de los trabajadores tenía la fuerza suficiente para derribar el sistema opresor a través de la violencia, sin embargo, pocas veces se preocupaban por propiciar vínculos de solidaridad entre ellos mismos: “Pero la creación de un vínculo o la construcción de lugares de vida social como medio para constituir una fuerza no era una preocupación prioritaria”. (Rancière, 2013, p. 5).
Por ello, sería prudente abstenerse de formular una posible emancipación con relación a la tradición que lucha contra el enemigo, es decir, hacer frente a, bloquear a, o la codependencia a partidos como la institución que unifica y guía al pueblo. Rancière (2023) propone otra cosa: “lugares de encuentro, relevos, extensión de capacidades, nombres capaces de nombrar lo que es común como dinámica de acción y esperanza de porvenir” (Rancière,2013, p.6). En efecto, el sentido último de la organización radica en la pregunta sobre la prolongación de las experiencias disensuales, a saber, aquellos momentos de suspensión de la incapacidad por la multiplicación infinita de las capacidades de “los cualquiera”.
Llegado a este punto, revisaremos algunos de los argumentos que elabora Rancière, para afirmar la posibilidad de momentos comunistas, como una alternativa viable a la concreción de estas ideas políticas.
En el apartado anterior revisamos el comunismo de las inteligencias como una alternativa al comunismo anclado en la desigualdad cognitiva. Asimismo, exploramos las razones que da el filósofo francés para deslindarse de visiones emancipatorias atravesadas por la idea de un enemigo a derribar o partido político al que hay que adherirse.
Sin embargo, los razonamientos de Rancière (2010) con relación al término comunista en la actualidad tiene ciertas concordancias con la reflexión de su colega A. Badiou (1937-s.f), dado que ambos pensadores apuestan por la existencia de momentos políticos. De hecho, los dos estarían en común acuerdo de la posibilidad de momentos comunistas, a saber, hechos históricos donde el debilitamiento de las instituciones y los partidos en el poder se han visto derribados. Ahora bien, en la estrategia reflexiva de ambos pensadores la noción de “momento” debe evitar errores interpretativos, es decir, no es sólo un hecho temporal que aparece y desaparece sin consecuencias políticas para el pueblo, por el contrario, inciden en la configuración de otra temporalidad colectiva:
Los momentos comunistas han demostrado más capacidad de organización que la rutina burocrática. Pero es cierto que esta organización ha sido de desorden respecto de la distribución normal de los cargos, las funciones y las identidades. Si el comunismo es pensable para nosotros, es como la tradición creada por esos momentos, famosos u oscuros, donde los simples trabajadores, hombres y mujeres comunes demostraron su capacidad para luchar por sus derechos y los derechos de todos, para hacer funcionar fábricas, empresas, administraciones, escuelas o ejércitos colectivizando el poder de la igualdad de todos con todos. (Rancière, 2010, p.141).
En este orden de ideas, Rancière no descalifica del todo la hipótesis comunista. En otros términos, su crítica se orienta más bien, a la desigualdad de las inteligencias y a la figura del intelectual comunista. Empero, celebra esos momentos comunistas en los cuales se suspende el orden del tiempo robado, es decir, la distribución de la vida en sólo trabajo que no espera y nada más. En ese sentido, vale la pena repensar de qué manera se pueden sellar los vacíos o estrategias comunistas no del todo resueltas, e incorporarlo a la política desde su carácter afirmativo.
Es legítimo, entonces, apostar por el comunismo como una alternativa ante el caos de la democracia. Sin embargo, esta solución presenta múltiples problemáticas. Por ejemplo, cuando se apuesta por la igualdad comunista como remedio para frenar el narcisismo y consumismo exacerbado no se toma en cuenta el individualismo humano. Frente a esto, surgen bastantes cuestionamientos: “¿con quién? ¿con qué fuerzas subjetivas pretenden construir ese comunismo? El llamado al comunismo futuro se parece más a una profecía heideggeriana que llama a regresar al borde del abismo, a menos que determine formas de acción que se proponen como único objetivo golpear al enemigo y bloquear la máquina capitalista (Rancière, 2013, p.7). En consecuencia, esta falta de concreción remite más bien a una distorsión fantasmática irrealizable, que a una claridad de metas concretas por cumplir a corto plazo. Muchos son los intentos por frenar la maquinaria económica, sin embargo, su ineficacia siempre sobrepasa las buenas intenciones comunistas:
El problema es que, para bloquear la máquina económica, los traders estadounidenses y los piratas somalíes no se han mostrado más eficaces que los militantes revolucionarios. Desafortunadamente, su sabotaje eficaz no crea ningún espacio para ningún tipo de comunismo. (Rancière, 2010, p. 145).
Habría que mencionar, igualmente, que Rancière se muestra escéptico ante cualquier futuro del comunismo que no transforme radicalmente las formas de vivir, sentir y pensar de cualquiera. En principio, habría que indicar que la lógica comunista está contaminada por el proyecto iluminista a través de la pedagogía de la desigualdad, que convierte a los capitalistas en maestros que alumbran a los proletarios ignorantes señalándoles el camino para una igualdad futura. Aunado a esto, también esta contaminación emerge ante una lógica antiprogresista que señala cómo el individuo narcisista ha triunfado sobre cualquier intento de comunidad. Por ello Rancière advierte que:
El proyecto de revivir la hipótesis comunista sólo tiene sentido si cuestiona estas dos formas de contaminación y la manera en que hoy siguen dominando los análisis supuestamente críticos de nuestro presente. Sólo tiene sentido si cuestiona las descripciones dominantes del mundo llamado “postmoderno”. (Rancière, 2010, p.145)
A partir de lo anterior, problematizar las ideas comunistas en el contexto contemporáneo requiere tomar en cuenta sus múltiples fracasos, pero también, atenerse a los diagnósticos de una sociedad postmoderna que ha perdido la esperanza. Por eso, activar la hipótesis comunista requiere de un ajuste temporal, y también de un rediseño de sus alcances, más allá de los aparatos ideológicos que la obstaculizaron.
La lectura que Rancière desarrolla en torno al comunismo está atravesada por los conceptos fundamentales de su pensamiento: la igualdad de las inteligencias y la emancipación. De esta manera se puede mostrar la inseparabilidad de ambos conceptos, por el hecho de que traza los paisajes de otras formas de vida donde no haya lugar para la política como policía. Razonando a partir de estos supuestos, la pregunta sobre la actualidad o viabilidad de la hipótesis comunista implica recuperar lo que Rancière (2010) nombra la hipótesis de la confianza. Se trata a sí mismo, de un trabajo de indagación sobre las condiciones de posibilidad de este otro comunismo sin partidos y sin liderazgos, donde se afirme la capacidad de los sin parte para alumbrarse por sí mismos.
Por tanto, revisar la hipótesis comunista, desde esta otra perspectiva, trae consigo la urgente tarea de desenmarañar sus modos de posibilidad ante aquellos intelectuales que formulan que el comunismo sea la única alternativa factible a una secuencia histórica posterior al capitalismo. Sin olvidar el lazo indisoluble entre el término comunismo, el absolutismo estatal y la explotación capitalista. (Rancière, 2010, p.145)
Sintetizando, Rancière (2010) no niega la posibilidad del comunismo, advirtiendo que no se trata de concebirlo como proyecto histórico o social. Simplemente elabora una lectura de sus vacíos o partes no del todo resueltas, como la dependencia de un poder estado o de un poder político. También realiza una crítica a la figura del líder comunista cuya función es dar cuenta de la ideología y los múltiples
enmascaramientos en los que viven la clase obrera. Rescatando, ciertos momentos políticos en los cuales la figura del comunismo ha logrado desconectar la vida del orden policial.
Finalmente, los supuestos arriba mencionados son una invitación a repensar ideas desde el tiempo en que vivimos. Sin duda tenemos buenas razones para decir que la propuesta de Rancière da lugar a concebir la lucha política desde la perspectiva de la igualdad y que emanciparse no es una cuestión de espera, ni de barricadas, ni de violencia, pues no hay enemigo a quien derribar. Por el contrario, el trabajo de hoy en día radica en hacer presente la universalidad de los cualquiera como punto básico del principio de igualdad.
Forero, R. (2015). La confrontación entre Ranciére y Negri en torno al concepto de revolución en Marx: Análisis del papel de la historia y del sujeto revolucionario en el proceso emancipatorio. [Tesis para obtener el grado de politólogo] Universidad del Rosario. https://repository.urosario.edu.co/server/api/core/bitstreams/b3ad04e4-7e56-41ce-9909-a813cb837018/content
Morilhat. C. (2013). El comunismo vuelve entre los filósofos. En La Pensée , p. 55 -68. Rancière, J. (2003). El maestro ignorante. Laertes.
Rancière, J. (2010). Momentos políticos. Capital Intelectual. Rancière, J. (2019). Disenso: ensayos sobre estética y política. FCE.
Rancière, J. (2011). El tiempo de la igualdad: diálogos sobre política y estética. Herder. Savater, F. (2013). “Hacer algo 'contra' no construye un comunismo positivo” Entrevista al filósofo francés Jacques Rancière: