Artículos


https://doi.org/10.34024/prometeica.2023.26.14727

 

 


LA AFECTIVIDAD EN LA ESCUELA

RESEÑA DEL LIBRO: KAPLAN, CARINA. (2022). LA AFECTIVIDAD EN LA ESCUELA. PAIDÓS. CABA. 109 PP. ISBN: 978-950-12-0456-8


AFFECTIVITY AT SCHOOL

Book review: Kaplan, Carina. (2022). Affectivity at school. Paidós. Caba. 109 PP. ISBN: 978- 950-12-0456-8


AFETIVIDADE NA ESCOLA

Resenha do livro: Kaplan, Carina. (2022). Afetividade na escola. Paidós. Caba. 109 PP. ISBN: 978-950-12-0456-8


Daniel Román March

(Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina)

roman_march@hotmail.com


Recibido: 05/01/2023
Aprobado: 27/02/2023

 


Los desafíos constantes que siguen planteando las prácticas de enseñanza, en cualquiera de sus niveles y más allá de sus dinámicas diferentes, se describen, exponen y analizan, enesta valiosa contribución de la Doctora Carina Kaplan, quien es muy reconocida por su prolífico trabajo y su vasta trayectoria académica, siempre comprometida con las y losactores del sistema educativo. Es pertinente resaltar la gran cantidad de autores y autoras a los que refiere en cada uno de los capítulos.


Este libro, según dice la autora, surge en el escenario de la pandemia como un acto de resistencia frente al dolor social. Y esa idea es un hilo conductor en sus distintas obras. También es importante destacar, en un nivel más general, que forma parte de la colección Educación de editorial Paidós, dirigida por Rosa Rottemberg.


En la introducción ya nos adelanta de qué tratará este escrito a partir de dos ideas poderosamente empáticas y objetivamente descriptivas:

“Las escuelas las hacemos personas que latimos, que buscamos abrigo y que fabricamos sueños” y “educar es conmoverse, afectarse, comprometerse, poner el cuerpo y el corazón”.

En tanto ciudadanos/as, estamos obligados/as a internalizar que el Otro importa y existe, y como manifestación de eso es que debemos poner en acción una escucha activa.

En tanto educadores/educadoras y aquellos/as que vemos en la profesión docente un acto de servicio y compromiso social, nos sentimos interpelados de principio a fin con cada uno de los tres ejes o capítulos en los que se divide el libro. Y en cierto modo, nos sentimos acompañados en ese dolor injusto que experimentamos junto a nuestras y nuestros estudiantes en la cotidianeidad de las instituciones y sus aulas.


En esta obra hay conversaciones, inquietudes, vivencias y desafíos tácitos y explícitos, que nos invitan a re-pensar nuestras prácticas docentes y áulicas desde un enfoque amoroso/afectivo que tenga en cuenta a las y los estudiantes en su dimensión más humana y profunda. Por ello, uno de los objetivos de la autora, es conceptualizar las emociones en el campo educativo.


Ahora bien, esta tarea de poner en marcha una pedagogía humanizadora sobre la base de la ética del cuidado, requiere problematizar una serie de elementos, que todos juntos, configuran, construyen, moldean e hilvanan el quehacer docente y el oficio de estudiante.

En el primer capítulo titulado “La mirada amorosa”, encontramos un desglose de esa idea, que tiene la forma de una declaración de principios éticos:

-Un espacio para la ternura, donde se resalta la importancia de las relaciones afectivas para el desarrollo bio-psico-social. Esos vínculos van forjando nuestra existencia y nos ligan con nuestra propia condición humana. Desde ese enfoque, la vida escolar es un entramado de experiencias que se tejen entre docentes y estudiantes. Y sobre esto, Kaplan, sostendrá dos afirmaciones importantes: “una educación que pone foco en la ternura puede aproximarnos a cimentar vínculos de cooperación que confronten con los valores de competencia e individualismo que suelen premiarse en las sociedades en que vivimos” (pp.16) y “la escuela puede funcionar como esa amarra imprescindible para no navegar a la deriva, es decir, como una suerte de anclaje socio-existencial” (pp.23/24)


-El vínculo emocional, donde gravitan dos ideas fundamentales como “el orden social es fundamentalmente de naturaleza afectiva y se inscribe progresivamente como formas de ver y sentir” (pp.29). Y, además, aparece nuevamente el tema de la amorosidad como el motor de las relaciones en la escuela. Y ese amor es una forma de reconocimiento, de entrega, de mirar al prójimo, a ese Otro que nos constituye como personas y más precisamente como educadoras y educadores.


-Las heridas a reparar, en esta parte, la autora vuelve sobre una de sus tesis ya mencionadas en otros libros: “la escuela, bajo ciertas condiciones, puede ayudar a reparar las heridas sociales” (pp.34). El desarrollo de la misma trae aparejado un desafío: “cómo promover el bienestar emocional de todos los sujetos que conforman la comunidad educativa.”(pp.35). Ahora bien, esa idea se va desenvolviendo y se encuentra en relación con otras como la justicia, el reconocimiento, el cuidado y la autoestima.


El siguiente capítulo, que lleva como título “La justicia afectiva”, es una invitación a pensar en un horizonte promisorio y se divide en:

-Hacia una pedagogía humanizadora, donde se expone la tesis según la cual las emociones y los sentimientos estructuran el lazo social. Respecto a eso la autora menciona diversos ejemplos sobre la emoción que siente un/una docente cuando advierte que sus estudiantes han logrado avances en sus aprendizajes. En ellos se advierte que en el hacer/ser educativo hay compromiso afectivo mutuo.

-La educación de la sensibilidad, nos muestra la interesante relación entre los estudios sociológicos de Norbert Elías y la sociología constructivista de Pierre Bourdie, que se deriva en la necesidad de establecer, recuperar o resignificar la importancia de las emociones en el sistema educativo.


A continuación, en el tercer capítulo, se plantea “El lenguaje de las emociones”, es decir, una fenomenología de la subjetividad herida, y se divide en:


El amor, el dolor social, el sentimiento de soledad, la humillación, el sentimiento de inferioridad, la vergüenza y el miedo. Todos esos sentimientos se analizan a la luz de otra tesis central, “la trama escolar se compone de vínculos afectivos y de tensiones incesantes, entre procesos de visibilización e

invisibilización” (pp.73). En cierto modo, podríamos decir que todos esos sentimientos son formas de “no ver al otro” con los ojos de la empatía y la justicia social.

A modo de cierre, es necesario decir que a través de sus páginas, este escrito nos invita a una introspección, a reflexionar seria y responsablemente sobre la vocación de enseñar en momentos difíciles y colmados de carencias de todo tipo.


Si buceamos en la etimología de la palabra vocación llegamos hasta la raíz indoeuropea wekw-, de la cual provienen también voz, evocar, invocar, provocar y vocabulario. Todo esos sentidos están contenidos en este libro y en ellos se sintetiza la propuesta de cada una de las obras de Carina Kaplan.

Entonces, para quien le interese la educación, quien inicie una formación académica, quien esté trabajando en docencia y quien esté por culminar su trayectoria docente, es un texto ineludible e inevitable para poner en cuestión los tiempos que corren. Quien se disponga a la lectura, va a encontrar allí la respuesta a la pregunta ¿por qué el amor es importante para la educación?