https://doi.org/10.34024/prometeica.2021.23.12339


PEREIRA, GUSTAVO. EL ASEDIO A LA IMAGINACIÓN, EDITORIAL COMARES, 2018, 244 PP, ISBN: 978-84-0000-000-0


PEREIRA, GUSTAVO. THE SIEGE OF IMAGINATION, EDITORIAL COMARES, 2018, 244 PP, ISBN: 978-84-0000-000-0


PEREIRA, GUSTAVO. O CERCO DA IMAGINAÇAO, EDITORIAL COMARES, 2018, 244 PP, ISBN: 978-84-0000-000-0



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Juan Cruz Apcarián

(Universidad Nacional del Comahue
Instituto Patagónico de Estudios de Humanidades y Ciencias Sociales
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas)

juanapcarian@hotmail.com

Recibido: 24/06/2021
Aprobado: 16/07/2021

El asedio a la imaginación es una propuesta de Gustavo Pereira para pensar en escenarios que instalen, preserven o restauren, condiciones de justicia social y de libertad. En esta publicación, de Editorial Comares (2018), Pereira invoca el rol axial que cumple la imaginación en el desenvolvimiento de nuestras vidas prácticas. La imaginación, en cuanto habilita la representación de estados de cosas alternativos, articula las distintas vías y cursos de acción posibles que puede transitar una persona en vistas de la realización de un buen vivir. Pero este señalamiento de la imaginación es el requerimiento de un diagnóstico más profundo por parte del autor, que encuentra a la imaginación práctica como el blanco de un asedio continuo e institucionalizado que aceptamos y reproducimos sin darnos cuenta y de manera paradójica, ya que dicho asedio significa un menoscabo de las posibilidades y del ejercicio de nuestras libertades. En este sentido, el libro aquí presentado se podría pensar como un esfuerzo por contrarrestar las tendencias, instituciones y dinámicas alienantesde la condición humana.


El estudio está estructurado en tres partes. La primera, “La vida práctica: imaginación, autonomía y reflexión”, profundiza en lo que define y constituye a la vida práctica, a los fines de establecer un criterio normativo que permita determinar cuándo, o en qué contextos, la libertad de un agente se encuentra vulnerada. Se desarrollan aquí las diversas formas que asume la vida práctica a través de las nociones de autonomía, de reflexión y de imaginación práctica. La segunda parte, “Patologías sociales como bloqueo de la imaginación”, analiza de qué manera en las sociedades contemporáneas se institucionalizan prácticas alienantes, a partir de la revisión histórica de una tradición filosófica que advirtió de manera temprana e intuitiva los peligros inherentes a las dinámicas del capitalismo. Esta esquematización dará paso a la tercera parte, “Salidas del asedio e injusticia anónima”, donde el autor presenta una salida del asedio a través de una moderación de la tendencia instrumentalista de las patologías sociales, a partir de la programación de estímulos que favorezcan espacios intersubjetivos de justificación y promuevan una interacción signada por respuestas cognitivas profundas y contextualizadas.

  1. La vida práctica: imaginación, autonomía y reflexión.

    Las reflexiones del autor comienzan evocando la película Brazil, dirigida por Terry Gilliam (1985), en la cual se relata la historia de una sociedad aturdida por la burocracia, por una rutina automatizada, que no requiere reflexión, deliberación o comunicación alguna entre sus miembros para funcionar. Aunque uno podría pensar que esta es una situación indignante, depresiva o desmoralizante, la misma es aceptada con entusiasmo y parsimonia por los personajes de la película. Solo hay un indicio en esta indiferencia, que remite a algo parecido a un anhelo de libertad, y que se esconde en el tarareo de la canción de Antonio Carlo Jobim, como una promesa siempre incumplida de libertad que sobrevive confinada en el ámbito de lo onírico. El bufonesco y desesperante retrato de Brazil, en donde se mixturan los sueños y la realidad, resume el panorama al que se enfrenta Pereira, en la medida en que, en la película, se reflejan el absurdo y la opresión en que se ven envueltos los agentes bajo mecanismos anónimos de alienación.

    El autor anuncia inmediatamente una estructura, un modelo antropológico, que oficia de clave hermenéutica para la argumentación. Dicho modelo distingue una dimensión interna subjetiva, íntima, de la persona, desde donde se ejercitan capacidades que son propias, únicas e irrenunciables; y una dimensión de estímulos y elementos externos u objetivables, que es pública, compartida con los demás. La distinción de estos dos planos no habilita, no obstante, una lectura dualista. En cambio, es preciso comprender estas dos dimensiones de manera dinámica, puesto que la interacción entre agentes habilita una tercera dimensión, intersubjetiva, que oficia de condicionante, tanto de la dimensión subjetiva como de aquella objetiva. La intersubjetividad, opera en este análisis de garante epistémico, puesto que es en el terreno de la procedimentalidad, la deliberación y el intercambio de razones con los demás, en donde se actualiza la mayor cantidad de potenciales de acción de los agentes (Pereira, 2018: 10).

    Existen diferentes contextos prácticos en los cuales los agentes se desempeñan y desarrollan su vida práctica. El autor desarrolla aquí cuatro contextos de interés para su investigación - el ético, el moral, el

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    político y el legal (2018: 10)- que son tempranamente diferenciados en el libro y que posibilitarán una reflexión situada de las dinámicas sociales patológicas y no patológicas. El contexto ético remite al ejercicio de la libertad que lleva a cabo cada agente en función de lo que comprende como buena vida. Los contextos político y legal se definen como modos de relacionarse entre los agentes que reflejan las pretensiones de objetivación, institución y regulación normativa de las prácticas en común. El contexto moral, es el plano sobre el que los agentes ensayan acciones y decisiones que involucran de manera universal a todos los demás agentes. Esta tetralogía, recuperada de manera reiterada durante el desarrollo de toda la argumentación, oficia en la segunda parte del libro como un terreno para medir la incidencia de las patologías sociales en la vida práctica. En este caso, a partir del señalamiento de su distorsión u ocultamiento, bajo el peso de una lógica pragmática, anónima, que distorsiona las posibilidades de los contextos prácticos.

    La vida práctica se especifica en tres elementos que la articulan y la explican de manera suficiente: la imaginación, la reflexividad y la autonomía. La imaginación es práctica o ejercicio mental contra-fáctico, que posibilita la representación de cosas, relaciones y estados ausentes. Se habilitan entonces posibilidades de acción alternativas a las dadas, lo que provoca un distanciamiento del agente respecto del contexto en el cual se inserta, así como la posibilidad de ensayar distintos escenarios de acción, en función de lo cual la reflexividad puede decidir y justificar sus acciones y decisiones. La autonomía, comprendida como un descentramiento gradual del individuo consigo mismo, es destacada como una cualidad relacional, intersubjetiva, que opera como garantía de la justicia en las relaciones. En este sentido, un agente es autónomo cuando se construye a partir del reconocimiento recíproco con los demás agentes. Estos tres elementos son los que le dan sentido a la vida práctica y ofician de criterios normativos, ya que a partir de la consideración de su funcionamiento conjunto o diferenciado es posible

    determinar si alguien actúa de manera libre, crítica o consciente (2018:74). A su vez, aunque los tres elementos aludidos se requieren para lograr un grado apreciable de libertad, es la imaginación en última instancia la que posibilita el libre ejercicio de la reflexión y de la autonomía.


  2. Patologías sociales como bloqueo de la imaginación

    El desacople que padecen los agentes, las personas, respecto de sus contextos de acción, que imposibilita o condiciona el ejercicio de sus libertades, es explicado aquí a partir de la conceptualización ‘patologías sociales’. Estas dinámicas, que se caracterizan por ser anónimas y elusivas, son abordadas en esta segunda parte del libro, en relación con el bloqueo y el menoscabo que significan para la imaginación práctica. El autor encuentra en la historia de la filosofía, en las teorías de Marx y de Rousseau, una base teórica para conceptualizar las patologías sociales (2018:161). El criterio articulador de esta tradición que inicia en la modernidad filosófica, en este punto, radica en que estos filósofos critican aquellos mecanismos sociales que bloquean la capacidad de respuesta cognitiva de un agente en el contexto en que se desenvuelve. La modernidad es aquí presentada como un proceso histórico en construcción continua que rige nuestra sociedad contemporánea, que es pletórico en imaginarios sociales e imágenes que aspiran a la libertad y la justicia, pero que en su concreción material, institucional, niega una cuota de libertad al mismo tiempo que la ofrece (2018: 83). Esta breve genealogía de las patologías sociales trazada por Pereira, vertebra ideas entre Marx, Weber y Lukacs; la Teoría Crítica de Frankfurt, concretamente de Adorno y Horkheimer, y de Habermas - cuyas propuestas articulan de manera sutil y fundamental el arco argumental de El asedio a la imaginación-; y de la psicología cognitiva, principalmente, desde donde se incorpora la dimensión sub-intencional para explicar las patologías sociales.

    En las teorizaciones de Marx, Weber y Lukacs se pueden hallar elementos para pensar de manera básica el alcance de este asedio: sus teorizaciones dan cuenta de una objetivación o cosificación de los vínculos sociales que deviene en la institucionalización de prácticas distorsivas de los contextos prácticos, como son el consumismo, la burocracia, las relaciones políticas según lógicas de monetarización o de reificación. Estas dinámicas sociales alienantes son comprendidas como un desborde de la “razón pragmática”, o “razón instrumental”, a partir de los estudios de Adorno y Horkheimer. Sin embargo, esta óptica debe ser complementada con los aportes de Habermas, acerca de la importancia de la razón práctica comunicativa (2018:103). Las investigaciones de Elster, Tversky y Kahneman en el campo de la psicología cognitiva contribuyen complejizando el enfoque habermasiano, considerando la distorsión del sentido de los contextos prácticos de los individuos a partir de un condicionamiento a nivel pre- consciente o de segundo plano. En este caso, la patología se manifiesta en un agente como la expresión de un deseo que no es propio, o la incapacidad de justificar su posición en un determinado contexto práctico.

    Las patologías tienden a reproducirse de manera circular (2018:134), involucrando cualquier racionalidad práctica – ética, moral, legal o política- en la lógica de la instrumentalización, cumpliendo con ello una función ideológica, por medio de justificaciones engañosas que tergiversan el sentido de los diferentes contextos. No obstante, la ideología, en tanto justificación engañosa y enmascaramiento, puede ser combatida por la crítica de un agente. Esta crítica es inmanente, en cuanto proviene de la virtud epistémica y subjetiva de desmontar el engaño de las justificaciones deficientes; y es trascendente, en cuanto que tiende a ordenarse en torno a guías generales que van más allá del contexto que las inspira. Una vez más, la posibilidad de romper con la circularidad de las ideologías y las patologías sociales radica en un ejercicio dialógico, en lo que sería una concepción post-metafísica del problema de la ideología: “la conceptualización de la crítica a la ideología pasa a tener como espacio privilegiado la discusión pública, y en ella el sujeto deja de tener una posición privilegiada para ser sustituido por la comunidad de justificación” (2018: 150). Esta crítica, en el marco de la autonomía entendida en términos relacionales, requiere, a la vez que favorece una mayor sensibilidad a la vulnerabilidad como criterio modulador de lo que se percibe como una patología social. A su vez, la identificación y denuncia pública

    de una patología contribuye como criterio normativo de evaluación, así como de explicación de “las

    lógicas sociales anónimas que caracterizan a las patologías sociales” (2018: 154).


  3. Salidas del asedio e injusticia anónima

La presentación de las consecuencias del sistemático asedio a la imaginación que se atestigua en la sociedad contemporánea en el desborde de la razón pragmática que afecta nuestros planes. Esta razón se impone de manera elusiva y engañosa, bajo una máscara de anonimato que los agentes internalizan como deseos sub-conscientes y reflexiones superficiales, que afectan decisiones de vital importancia. En la tercera parte el autor propondrá salidas del asedio a la imaginación; contraofensivas que tienen como objetivo reconquistar las posibilidades de la vida práctica (2018: 179). Pereira reflexiona aquí sobre la dignidad vulnerada en nuestras sociedades contemporáneas y sobre qué es la justicia, destacando la necesidad de estimular espacios sociales fuertemente mediados por la intersubjetividad como condición para contrarrestar los efectos de las patologías. Una eticidad democrática, como término que reúne el aspecto institucional y cultural – simbólico disperso en la sociedad civil contribuiría a reorientar la auto- comprensión de los agentes así como posibilitaría un disenso constructivo que dispararía la imaginación práctica y la reflexividad profunda a partir del reconocimiento intersubjetivo de pretensiones de validez.

Frente a la injusticia patológica, que deviene anónima, en dinámicas tales como el marketing o la presión de pares que se encuentran desacoplados del contexto compartido, se presentan propuestas que ponen el énfasis en relaciones dialógicas, de cooperativismo y de disonancia cognitiva -fricción normativa (nudge)-, a través de los cuales se podrían propiciar procesos reflexivos profundos que interpelen a los agentes y vuelvan patentes las patologías que los envuelven, contribuyendo a una mejor calidad de vida. A pesar de que estos estímulos en el corto plazo acentuarían el malestar del agente envuelto en la patología, harían también patente los bloqueos que opera, ofreciendo una posibilidad para la acción y la crítica de las dinámicas patológicas.

En sus reflexiones finales, Pereira apela a la necesidad de abonar teorías y marcos conceptuales para combatir las patologías sociales, que son producto de las relaciones de las sociedades capitalistas complejas contemporáneas. Estas patologías, que se presentan bajo formas tales como el burocratismo, la monetarización, el consumismo, la instrumentalización y la mercantilización de las relaciones entre personas, se imponen como fantasmagóricas e irrebasables manifestaciones a las cuales ni siquiera la academia o la ciencia han sabido dar solución todavía (2018: 235). La intención de Pereira, en esta ocasión, es la de devolver a la teoría crítica que busca alternativas al capitalismo la centralidad en los debates. La propuesta del autor, de recuperar la imaginación como práctica vital fundamental para el ejercicio de la libertad, se presta a la coordinación con otros estudios, disciplinas e investigaciones que promuevan estilos de vida capaces de resistir y contravenir los escollos que obstaculizan el desarrollo equitativo de la libertad y de la justicia social en las sociedades contemporáneas.