https://doi.org/10.34024/prometeica.2021.22.11311


CARTOGRAFÍAS DE LA FICCIÓN

LA ESCRITURA CRÍTICA DE NORTHROP FRYE


CARTOGRAPHIES OF FICTION

Northrop Frye’s critical writing


CARTOGRAFIAS DA FICÇÃO

A escrita crítica de Northrop Frye


David Amezcua Gómez

(Universidad CEU San Pablo)

david.amezcuagomez@ceu.es


Recibido: 19/10/2020

Aprobado: 08/01/2021


RESUMEN


En el presente trabajo se abordan, en primer lugar, las líneas maestras que sustentan la concepción de la historia de la literatura occidental que subyacen a la teoría literaria de Northrop Frye. En este sentido, se ha tenido en cuenta la influencia decisiva que la interpretación tipológica de la Biblia tiene en la configuración de esa concepción histórica, lo que ha llevado a Frye a afirmar que las Escrituras constituyen un modelo para la lectura y estudio de la literatura. Por otro lado, proponemos acercarnos a la escritura crítica de Frye desde la perspectiva que nos ofrece la Retórica Cultural propuesta por Tomás Albaladejo. Consideramos que la perspectiva retórico-cultural nos permite llevar a cabo una fructífera relectura de su concepción de la crítica literaria como “a science as well as an art”. Por último, nos hemos ocupado del dispositivo retórico de la metáfora y de su inscripción en la crítica literaria de Northrop Frye, atendiendo a la noción de motor metafórico propuesta, igualmente, por Tomás Albaladejo.


Palabras clave: Northrop Frye. teoría de la ficción. interpretación tipológica. retórica cultural. motor metafórico.


ABSTRACT

This article deals with the axial lines that support Northrop Frye’s Western literature historical view. In this sense, the seminal influence of the Bible’s typological interpretation is taken into consideration. According to Frye, the Scriptures can be considered as a model for reading and studying literature. On the other hand, it is our intention to examine Frye’s critical writing from a Cultural-rhetoric approach in the terms proposed by Tomás



Albaladejo. This approach permits a fruitful rereading of his polemical view of literature as “a science as well as an art.” Finally, we have paid heed to the rhetorical device of the metaphor and its presence in Northrop Frye’s literary criticism, also taking into account Tomás Albaladejo’s notion of the metaphorical engine.

Keywords: Northrop Frye. theories of fiction. typological interpretation. cultural rhetoric. metaphorical engine.


RESUMO


Neste trabalho, em primeiro lugar, abordam-se as linhas gerais que fundamentam a conceção da história da literatura ocidental e que estão subjacentes à teoria literária de Northrop Frye. Assim sendo, tem-se em consideração a influência decisiva que a interpretação tipológica da Bíblia tem na configuração dessa conceção histórica, o que leva Frye a afirmar que as Escrituras constituem um modelo para a leitura e estudo da literatura. Em segundo lugar, propomos abordar a escrita crítica de Frye a partir da perspetiva que nos oferece a Retórica Cultural proposta por Tomás Albaladejo. Consideramos que a perspetiva retórico-cultural nos permite realizar uma frutífera releitura da sua concepção da crítica literária como “a science as well as an art” (“uma ciência assim como uma arte”). Por último, ocupamo-nos do dispositivo retórico da metáfora e de sua presença na crítica literária de Northrop Frye, atendendo à noção de motor metafórico proposta, igualmente, por Tomás Albaladejo.


Palavras chaves: Northrop Frye. teorias da ficção. interpretação tipológica. retórica cultural. motor metafórico.


“La metáfora multiplica el mundo”

Ramón Gómez de la Serna


Introducción

Alumbrar una teoría de la ficción que permita cartografiar e interpretar fiel y rigurosamente el devenir de la historia de la literatura occidental y el azaroso deambular del relato que recorre dicho acontecer constituye, ciertamente, un esfuerzo prometeico al que el crítico canadiense Northrop Frye (1912-1991), a través de su productiva carrera como crítico literario, nunca fue ajeno. Dicha teoría se sustentó sobre una arquitectura colosal, jalonada por una serie de intuiciones magistrales y cosmogonías vertebradoras que impulsaron lo que, ya bien entrado el siglo XXI, sigue contemplándose como una de las cumbres de la crítica literaria del pasado siglo. La vocación abarcadora y comprehensiva del hecho literario y del universo en el que éste se despliega encuentra en su celebrada Anatomía de la crítica (1957) el emblema más representativo de un empeño titánico: esbozar los contornos de un mapa tentativo de la ficción occidental. Muy probablemente, el lector que se aventure a leer la Anatomy puede experimentar, desde las primeras páginas, que ante él se despliega la carta de navegación que le permitirá descifrar las fórmulas míticas y narrativas que subyacen a toda obra literaria. Tras más de sesenta años transcurridos desde la publicación del estudio más célebre de Northrop Frye, y a pesar de que críticos de renombre como Frank Lentricchia lo hayan relegado al papel de mera reliquia inservible (Denham, 2009: 20) o Terry Eagleton se llegara a cuestionar si todavía alguien lee al crítico canadiense (Denham, 2009: 17), Northrop Frye sigue suscitando un gran interés en el ámbito de los estudios de teoría de la literatura y literatura comparada. Aunque los contornos del mapa de la ficción por él trazado pueden haberse desdibujado hasta devenir en palimpsesto, nada de ello desvirtúa el valor del impulso decisivo que la crítica literaria recibió gracias a Frye, tal y como lo ilustra la siguiente afirmación: “la crítica es al arte lo que la historia es a la acción y la filosofía a la sabiduría: la imitación verbal de un poder humano productivo que en sí mismo no habla” (Frye, 1991: 26). De la misma manera en que Giambattista Vico proclamó a través de la doctrina del verum-factum, que el ser humano solo es capaz de conocer

cabalmente lo que puede hacer, en la medida en que nuestras percepciones son actos constructivos (Cayley, 1992: 5) otro tanto se podría afirmar sobre la relación entre literatura y crítica: si, al decir del crítico canadiense, “los poemas son tan silenciosos como las estatuas” (Frye, 1991: 17), entonces solo podremos desentrañar ese silencio poético y conocer la obra literaria en su plenitud haciendo crítica literaria. En otras palabras, solo al construir una teoría de la literatura como la que impulsó Northrop Frye a lo largo de su vida seremos capaces de comprender e interpretar plenamente el hecho y la historia literarios. En el presente trabajo analizaremos algunos de los ejes que vertebran su formidable teoría de la literatura. Por un lado, abordaremos la interpretación tipológica como impulsora de una visión de la historia de la literatura occidental que deviene, en última instancia, en un mythos o marco mitológico. Por otro lado, proponemos acercarnos a la escritura crítica de Frye desde la perspectiva de la Retórica cultural propuesta por Tomás Albaladejo, con el objeto de llevar a cabo una relectura de algunos de los postulados que sostienen su concepción de la crítica literaria. Finalmente, consideraremos la aportación decisiva del dispositivo retórico de la metáfora y su inscripción en la textura crítica de la obra de Northrop Frye.


La tipología como mythos: fundamentos para una historia de la literatura occidental.


En los márgenes de “The Laocoön”, uno de los muchos grabados que el poeta inglés William Blake realizó a lo largo de su vida, podemos encontrar uno de los aforismos que más haya podido influir a Northrop Frye en la configuración de su crítica literaria y que reza así: “The Old and New Testaments are the Great Code of Art” (cit. en Cayley, 1992: 31).1 Tal afirmación no solo inspiró al crítico canadiense para dar nombre a uno de sus estudios más fascinantes, The Great Code. The Bible and Literature (1982), sino que también pone de relieve el lugar que la Biblia, en tanto unidad imaginativa, ocupa en la poética de Frye. Para el crítico canadiense, siguiendo a Blake, la Biblia constituye una suerte de Carta Magna de la imaginación occidental (Cayley, 1992: 52): “a major element in our imaginative tradition” (Frye, 1982: xviii).2 Si contemplamos la obra de Frye como la búsqueda pertinaz (y el hallazgo) de un marco mitológico en el que inscribir la trama que recorre la historia de la literatura occidental, descubriremos que la Biblia ocupa un lugar central en ese marco mitológico primigenio por él perseguido cuyos mitos, metáforas, imágenes y una temporalidad propia se proyectan en el conjunto de lo que Frye denominó literatura secular. Al decir del propio Frye, The Great Code supone la culminación o consumación de una denodada búsqueda crítica, pues, como apunta el crítico en la introducción a esta obra: “In a sense all my critical work, beginning with a study of Blake published in 1947, and formulated ten years later in Anatomy of Criticism, has revolved around the Bible” (Frye, 1982: xiv).3 De acuerdo con estas palabras podemos interpretar que sus deslumbrantes Fearful Symmetry o Anatomy of Criticism constituirían una suerte de apuntes garabateados en los márgenes de un libro mucho más ambicioso, si cabe, que aquéllos.


Nos hemos referido anteriormente a una temporalidad específica de las Sagradas Escrituras que ha sido dilucidada gracias a una ciencia interpretativa a la que conocemos como interpretación tipológica o figural, a cuyo renacimiento e interés renovado contribuyó enormemente The Great Code (Cayley, 1992). Como estrategia interpretativa o exégesis bíblica aplicada inicialmente por los Padres de la Iglesia, esta manera de leer la Biblia trazaba una correspondencia fáctica entre los acontecimientos descritos en el Antiguo y el Nuevo Testamento de tal forma que la veracidad de los hechos acontecidos quedaba confirmada (Cayley, 1992: 179; Auerbach, 1998; cf. Amezcua Gómez, 2012). Frye explicaba de manera esclarecedora en qué consistía dicha estrategia en los siguientes términos: “How do we know that the Gospel story is true? Because it confirms the prophecies of the Old Testament. But how do we know that the Old Testament prophecies are true? Because they are confirmed by the Gospel Story


1 “El Antiguo y el nuevo Testamento son el gran código del arte” (cit. en Cayley 1997: 30; trad. de Carlos Manzano). 2 “[…] un elemento importante de nuestra tradición imaginativa”. (Frye, 1988: 18; trad. de Elizabeth Casals).

  1. “En cierto modo, toda mi obra crítica, desde un estudio sobre Blake que publiqué en 1947 y que recogí diez años más tarde en Anatomy of Criticism, ha girado en torno a la Biblia” (Frye, 1988: 14; trad. de Elizabeth Casals).

    (Frye, 1982: 78).4 Sirva de ejemplo de esta manera de leer las Escrituras -entre otras muchas conexiones trazadas- la interpretación que se lleva a cabo de Moisés como figura o typos que anuncia la llegada de Cristo y éste último como el antitypos o consumación de Moisés como figura. Sin embargo, la aportación más decisiva de The Great Code es la de que, según Frye, ese entramado de conexiones fácticas entre el Antiguo y Nuevo Testamento tiene su correlato en los mitos, imágenes y metáforas que recorren las Sagradas Escrituras y afectaría, por tanto, a la textura simbólica y literaria que el crítico dice hallar en la Biblia (Amezcua Gómez, 2012).


    Frye sostiene que la tipología constituye un modo de pensar que sirve de fundamento a una concepción del devenir de la historia (Frye, 1982: 81). En lo que se refiere a la Biblia, la lectura tipológica o figural revela el sentido profundo de los hechos acontecidos en ella, así como la arquitectura sobre la que se sostienen. Como ha señalado Edward Said con enorme brillantez: “La interpretación figural adoptó como lugar de origen la palabra sagrada, o Logos, cuya encarnación en el mundo terrenal fue posible gracias a la figura de Cristo, un elemento central para, por así decirlo, organizar la experiencia y comprender la historia” (Said, 2006: 137). La Biblia posee, por tanto, una organización histórica propia y la interpretación tipológica actúa como una lente que nos permite dilucidar el diseño intrínseco de esa temporalidad distintivamente bíblica. Lo que podemos colegir de las palabras de Said se alinea, justamente, con las ideas todavía embrionarias que Northrop Frye exponía en torno a la cuestión de la forma y el sentido de la historia en un ensayo estudiantil titulado “The Augustinian Interpretation of History”, redactado hacia 1935 o 1936. En dicho ensayo, Frye reconocía el impulso decisivo de San Agustín en la creación de una filosofía de la historia, la cual se ve reforzada por la doctrina de la Encarnación: “The doctrine of the Incarnation is in itself a philosophy of history, as was recognized by the New Testament writers” (Denham, 1997: 197).5 A esta misma filosofía de la historia Frye la define como “a fundamentally aesthetic product” (Denham, 1997: 202)6, una afirmación que nos parece enormemente reveladora por el uso del adjetivo “aesthetic”, ya que sugiere una conexión con la manera de concebir la historia -en este caso, literaria- del filólogo alemán Erich Auerbach. De hecho, Mímesis. La representación de la realidad en la literatura occidental (1942), la obra fundamental de este autor, fue descrita por Fredric Jameson como “un ejemplo del intento de producir el concepto de la historia literaria” (White, 2005: 302), una afirmación que el historiador Hayden White matizó de manera magistral diciendo que ese “concepto en cuestión es peculiarmente estético” (White: 2005: 302). No es mera casualidad, por otro lado, que el autor de esta historia literaria peculiarmente estética fuese el mismo que alumbró el breve opúsculo Figura, esto es, uno de los estudios más rigurosos que se han escrito sobre el origen y la evolución del concepto de figura o typos. Igualmente, Figura describía la manera en que los Padres de la Iglesia reconfiguraron este concepto a través de la interpretación figural impulsando un modo de leer las Escrituras que pivota sobre dos polos: por un lado, una promesa encriptada (typos) en el Antiguo Testamento y, por otro, una consumación revelada (antitypos) en el Nuevo Testamento, las cuales darían cuenta del cumplimiento y veracidad de los hechos acontecidos en la Biblia. Decíamos que no es casual que Figura y Mimesis fueran escritos por la misma persona, pues la noción de figura (y la interpretación que conlleva) vendría a sostener el concepto de historia literaria desplegado en Mimesis entendido en los términos planteados por Hayden White. En otras palabras, como ha señalado Omar Murad, el concepto estético de historia literaria que White encuentra en Auerbach no remite a una reflexión sobre el objeto artístico sino “a la producción […] del concepto de ‘historia literaria’, la que se concibe de manera estética a partir del modelo de la figura y el cumplimiento” (Murad, 2016: 32). En este sentido, la consumación plena de este modelo en el devenir de la historia literaria puede leerse, pues, como un trasunto secular de la promesa cumplida que impulsa una lectura tipológica de la Biblia.


  2. “¿Cómo sabemos que el relato del Evangelio es verdadero? Porque confirma las profecías del Antiguo Testamento. Pero, ¿cómo sabemos que las profecías del Antiguo Testamento son ciertas? Porque han sido confirmadas por el relato del Evangelio”. (Frye, 1988: 103; trad. de Elizabeth Casals).

5 En adelante ofreceré mi propia traducción de todas aquellas citas extraídas de obras que no han sido traducidas a la lengua española: “La doctrina de la Encarnación constituye en sí misma una filosofía de la historia, tal y como los propios autores del Nuevo Testamento reconocieron”; traducción propia.

6 “[…] un producto fundamentalmente estético”; traducción propia.

La cuestión que cabe plantear ahora es la siguiente: ¿qué promesa prevé cumplir la historia literaria desplegada en la Mimesis de Auerbach? La respuesta se halla cifrada en el título completo de esta obra, esto es, representar y comprehender de la manera más fiel y realista posible el acontecer literario de nuestra tradición cultural. El relato de ese acontecer deberá dar cuenta de cómo la literatura occidental zigzaguea o cómo se repliega y despliega en un impredecible azar que, sin embargo, parece regirse por esa suerte de promesa siempre pendiente de consumarse. De nuevo, Edward Said ha expresado certeramente aquello que Mimesis nos ofrece, esto es: “cómo la historia no solo avanza sino que también retrocede, consiguiendo adquirir con cada movimiento pendular entre épocas un mayor realismo, un ‘espesor’ más sustancial […] un grado de verdad superior” (Said, 2006: 129).


La interpretación tipológica o figural, como modo de pensar y concebir la historia, parece sostener el concepto de historia literaria desarrollado por Auerbach. El filólogo encuentra en ese modo de leer la Biblia el diseño narrativo que recorre soterradamente la historia de la literatura occidental o, si se prefiere, el marco mitológico en el que se inscribe el relato de esa historia. Esta noción de marco mitológico remite, inconfundiblemente, a Northrop Frye, quien lo definió en una entrevista en los siguientes términos: “an enormous number of things making sense that had been scattered and unrelated before” (Cayley, 1992: 47).7 De hecho, estas fueron las palabras que Frye empleó para describir la experiencia del hallazgo del marco mitológico que le reveló la lectura de la poesía de William Blake. La literatura occidental, desde ese momento, deja de ser para Frye un “piled of aggregate of ‘works’” (Frye, 1957: 17)8 pues en ella se puede apreciar una trama legible a través del mencionado marco mitológico. Al igual que el crítico canadiense concibe la Biblia como una unidad imaginativa con una trama coherente que comienza con la creación del Verbo y acaba con el Apocalipsis (Frye, 1982: xiii), también es posible leer la literatura occidental como un relato con un sentido y dinámica propios. La historia de esta literatura no es para Frye -como tampoco lo es para Auerbach- la crónica de una mera acumulación de obras apiladas, pues conforman, a su vez, una unidad imaginativa secular u orden verbal (order of words) insertado en un marco mitológico. Si la literatura de Occidente posee una trama organizada la crítica literaria se erigirá en la conciencia iluminadora de ese relato. Y de la misma manera en que hay orden en la ficción es posible construir una teoría coherente de la misma: “It is clear that criticism cannot be a systematic study unless there is a quality in literature which enables it to be so” (Frye, 1957: 17).9 Desde esta perspectiva, no es forzado trazar un paralelismo entre la interpretación tipológica y la crítica literaria que Frye defiende: si ambas son coherentes y sistemáticas lo son porque la Biblia y la literatura occidental pueden leerse como una unidad imaginativa, esto es, porque nos revelan un diseño mitológico coherente, con un principio y un final, al que le sigue un ricorso viqueano o renacer desde el origen.


Tal y como hemos señalado anteriormente, esta forma de leer la Biblia y la literatura occidental parece brotar de una filosofía de la historia a la que el crítico definía en su ensayo estudiantil sobre San Agustín como “fundamentally an aesthetic product”. Una concepción de la historia que busca relatar lo universal en la historia, esto es el mythos o, si se prefiere, la forma de la narrativa histórica (Frye, 1982: 72). Frye definía el mythos en el glosario que aparece al final de la Anatomy como “the narrative of a work of literature” (Frye, 1957: 366),10 una noción que, por extensión, le sirve para perfilar la forma y el sentido del entramado (emplotment) que recorre la historia de la literatura. Es, de esta manera, donde las respectivas concepciones de la historia literaria de Erich Auerbach y Northrop Frye parecen converger gracias a que la interpretación tipológica de la Biblia les proporciona a ambos un marco mitológico a partir del cual leer la literatura occidental. En The Great Code, Frye Frye distingue entre la Weltgeschichte (“la historia del mundo”) y la Heilgeschichte (“historia de los cielos”) y afirma que la Biblia está más interesada en esta clase de historia, en los siguientes términos: “In actual history or Weltgeschichte nothing repeats exactly: hence Heilgeschichte and Weltgeschichte can never coincide. Accurate history brings out differentiating and unique elements in every situation, and so blurs and


7 “[…] adquirían sentido gran cantidad de cosas que antes habían estado dispersas e inconexas”. (Cayley, 1997: 39; trad. de Carlos Manzano).

8 “un agregado o cúmulo de obras” (Frye, 1991: 33; trad. de Edison Simons).

9 “Claro está que la crítica no puede ser un estudio sistemático, a menos que haya en la literatura una cualidad que le permita serlo” (Frye, 1991: 33; trad. de Edison Simons).

10 “Narración de una obra literaria” (Frye, 1991: 486; trad. de Edison Simons).

falsifies the point that Heilgeschichte is trying to make” (Frye, 1982: 48).11 Lo que la Heilgeschchichte pretende dilucidar es, en palabras de Frye: “the imaginative and the metahistorical elements” (Frye, 1982: 52)12 y la obra de Frye constituye, en este sentido, uno de los intentos más esforzados de elaborar la crónica metahistórica de la imaginación occidental, a través una particular historia cultural.

La legibilidad de la historia de la literatura occidental en estos términos y la construcción de la conciencia crítica que ilumina su unidad narrativa y verbal (order of words) han sido explicados con enorme clarividencia en uno de los momentos más deslumbradores, a nuestro juicio, del estudio The Secular Scripture (1976) a partir de un verso del poeta inglés Alexander Pope en el poema “An Essay on Man: Epistle I” del que hay dos versiones diferentes: “A mighty maze of walks without a plan” y “A mighty maze, but not without a plan” (Frye, 1976: 30).13 En la primera versión, el poderoso laberinto carente de plan describe, para el crítico canadiense, nuestra condición humana. Por otro lado, en la segunda versión ofrecida por Frye destaca que el mismo laberinto, sin dejar de ser imponente e inabarcable, no carece ni de plan ni de sentido porque todos los constructos y sistemas que creamos e impulsamos a través de la ciencia, la religión y el arte (a lo que, por qué no, podemos añadir la crítica literaria) poseen la función de dar sentido a esa condición humana caótica y laberíntica. En este sentido, hacer crítica literaria, para el crítico canadiense, implica crear un concepto de historia de la literatura e imbricarlo dentro de un marco mitológico que dé sentido a lo que de otra manera sería “a pile of aggregate of ‘works’” caótico, laberíntico y quizás ilegible. Indudablemente, el impulso que subyace a la escritura crítica de Frye y el mythos que en ella se despliega, brotan de una forma de concebir la historia literaria que, como en el caso de Auerbach, es deudora de la interpretación tipológica. En este sentido, como se ha intentado demostrar, el papel de la Biblia es crucial para el crítico canadiense, pues como afirmaba en el artículo “Literature, History, and Language”, publicado en 1979, en ella no solo encontramos una obra de indudable valor literario que en su conjunto constituye un Gran Código del arte, en línea con la afirmación de William Blake; antes bien, lo que las Sagradas Escrituras verdaderamente revelan para el crítico canadiense es “a kind of model for the reading and study of literature” (Frye, 1979: 1).14


La crítica literaria de Northrop Frye en el marco de la Retórica Cultural.


Una de las afirmaciones más poderosas y reveladoras que Frye esgrime en la Anatomy se encuentra en el cuarto ensayo de este estudio: “all structures in words are partly rhetorical, and hence literary, and […] the notion of a scientific or philosophical verbal structure free of rhetorical elements is an illusion” (Frye, 1957: 350).15 La reivindicación del carácter esencialmente retórico de cualquier estructura verbal y el reconocimiento de que toda construcción lingüística brota de un impulso o fondo literario e imaginativo constituye toda una declaración de principios cuya cifra precisa es expresada magistralmente en la frase, casi aforística, que cierra el último ensayo (“Rhetorical criticism”) de la Anatomy: “the nature and conditions of ratio, so far as ratio is verbal, are contained by oratio” (Frye, 1957: 337).16 Hay múltiples implicaciones latentes en estas dos citas, una de las cuales es el reconocimiento implícito de que las fronteras entre crítica literaria y literatura creativa se encuentran desdibujadas y que, por extensión, los vínculos entre los discursos científico y artístico son inextricables. Igualmente, ambas afirmaciones reconocen la naturaleza eminentemente retórica de cualquier discurso verbal y el fondo literario y cultural que lo impulsa. Lo cual nos permitiría considerar la posibilidad de aproximarnos a la crítica literaria de Frye desde la perspectiva de la Retórica Cultural propuesta por Tomás Albaladejo, cuyo objetivo central es dilucidar “el componente cultural de la Retórica y la función


11 “En la historia real, o Weltgeschichte, nada se repite con exactitud: por eso el Heilgeschichte y el Weltgeschichte nunca pueden coincidir. La historia concreta extrae elementos distintivos y únicos de cada situación, por lo tanto empaña y falsifica aquello en lo que hace hincapié el Heilgeschichte”” (Frye, 1988: 74; trad. de Elizabeth Casals).

12 “[…] los elementos imaginativos y metahistóricos”. (Frye, 1988: 77; trad. de Elizabeth Casals).

13 Ofrecemos a continuación nuestra traducción de las dos versiones del poema de Alexander Pope a las que se refiere Northrop Frye: “Un majestuoso laberinto de senderos desprovisto de un plan” y “Un majestuoso laberinto de senderos, que no carece de un plan”.

14 “Una suerte de modelo para la lectura y el estudio de la literatura”; traducción propia.

15 “Todas las estructuras de palabras son parcialmente retóricas y, por ende, literarias, y […] la idea de una estructura verbal científica o filosófica, libre de elementos retóricos, es pura ilusión” (Frye, 1991: 461; trad. de Edison Simons).

16 “[…] la naturaleza y condiciones de la ratio, en la medida en que es verbal la ratio, están contenidas en la oratio” (Frye, 1991: 446; trad. de Edison Simons).

cultural de ésta” (Albaladejo, 2014: 296) en su dimensión perlocutiva de persuasión y de convicción (Albaladejo, 2014: 296). Pensamos, en este sentido, que una perspectiva retórico-cultural que responda a la necesidad de estudiar el discurso y la cultura a partir de sus componentes persuasivos (Chico Rico, 2015: 312; Gómez Alonso, 2017) puede ensanchar y enriquecer nuestra lectura y comprensión de la exuberante inventiva taxonómica, al decir de Geoffrey Hartman (Hartman, 1980: 85), de la escritura crítica de Northrop Frye.

Como muy bien ha señalado Francisco Chico Rico, el fundamento de la Retórica cultural se encuentra en el análisis interdiscursivo propuesto, igualmente, por Tomás Albaladejo (Albaladejo, 2005; 2007; 2008; Chico Rico, 2015; Gómez Alonso, 2017), esto es, en el estudio de las clases de discursos “tanto en el ámbito de los estudios literarios como en el de los estudios del lenguaje y la comunicación, sin excluir otros campos de conocimiento”, con el fin de buscar “rasgos de transversalidad interdiscursiva en todos ellos [esto es] de interdiscursividad” (Chico Rico, 2015: 314). Es gracias a esta interdiscursividad o transversalidad discursiva que podemos servirnos de la Retórica cultural para analizar y explicar la “culturalidad o condición cultural de los discursos retóricos y otros tipos de discursos como las obras literarias” (Albaladejo, 2014: 296). El interés de la Retórica cultural por el estudio del discurso, tanto literario como no literario, así como de la culturalidad de dichos discursos nos permite examinar la crítica de Frye desde una óptica inédita que hace posible, además, abordar una tensión sin resolver en su obra basada en lo que John Ayre, biógrafo del crítico canadiense definía como “Frye’s later obstinate equation of criticism and fiction and poetry” (Ayre, 1989: 169).17 Esta obstinada equiparación entre crítica y literatura quedaba ya patente en la controvertida pregunta que Frye plantea en la Introducción Polémica de la Anatomy: “What if criticism is a science as well as an art?” (Frye, 1957: 7).18 Y es que, como el crítico canadiense afirmaría hacia el final de su vida, para él la creatividad era “an attribute of a writer’s mind and not of the genres he happens to be working in” (Frye, 2008: 12).19 Esta cualidad literaria de su escritura no ha pasado desapercibida entre autores como Margaret Atwood para quien su obra ocupaba “its place easily within the body of literature itself” (Denham, 1991: 4)20 o críticos literarios como Frank Kermode, que definía la crítica de Frye como “a work of criticism which has turned into literature” (Denham, 2009: 16).21

Por tanto, según Frye, la crítica podía ser tanto científica como artística o creativa y, como cualquier otro constructo verbal, esencialmente retórica y literaria (Frye, 1957: 350), lo cual quizás refuerza aún más la condición cultural de la escritura de Frye. Siguiendo esta argumentación resulta ciertamente difícil delimitar el estatuto genérico de su crítica literaria, habida cuenta de que, como parte de su innegable culturalidad, el origen de muchas de las formulaciones teóricas que Frye desarrolló en el conjunto de su obra proceden de la propia literatura (Ayre, 1989: 91-2; Amezcua Gómez, 2013: 283); sirvan de ejemplo pertinente el verso de Alexander Pope que citábamos anteriormente o la obra artística de William Blake. Sin embargo, esa tensión irresoluble entre escritura crítica y escritura creativa o literaria, de la que indudablemente nace esa “taxonomic inventiveness” que aprecia Hartman, se torna fructífera y puede ser, en nuestra opinión, certeramente abordada desde una perspectiva retórico-cultural.

La culturalidad de la escritura de Frye desde la perspectiva que proponemos queda evidenciada por la deuda manifiesta que el crítico mantiene con los diversos autores, poetas, filósofos e historiadores cuyas formulaciones teóricas han inspirado y dado forma a las líneas maestras que recorren la arquitectura del crítico canadiense. Pensemos, por citar los ejemplos más destacados, en el poeta William Blake, la metáfora orgánica que articula la visión de la historia occidental de Oswald Spengler, el principio del significado polisemo de Dante, que sirve de base al segundo ensayo de la Anatomy, la sátira menipea de Robert Burton de la que da buena cuenta su Anatomy of Melancholy, los corsi e ricorsi de Giambattista Vico, o incluso la propia Biblia, cuya escritura tipológica modela la propia visión y lectura de la literatura occidental llevada a cabo por Frye, como hemos señalado en el epígrafe anterior. En este sentido, la


17 “La pertinaz equiparación que Frye establecía entre la crítica literaria y la ficción y la poesía”; traducción propia.

18 “¿Y qué si la crítica fuera tanto una ciencia como un arte?” (Frye, 1991: 21; trad. de Edison Simons). 19 “[…] una cualidad de la mente del escritor y no de los géneros en los que trabaja”; traducción propia. 20 “[…] un claro lugar en el propio corpus de la creación literaria”; traducción propia.

21 “[…] una obra de crítica literaria que ha llegado a alcanzar el estatus de literatura”; traducción propia.

crítica de Frye amalgama una serie de formulaciones teóricas y una terminología, procedentes tanto de discursos literarios como no literarios, que se integran en el conjunto de su obra. Podemos afirmar, que el gran relato o narración (mythos) de la literatura occidental que la crítica literaria de Frye escribe coexiste y cohabita con una constelación o galaxia de discursos de los que su propia escritura se nutre. Las referencias literarias, filosóficas, teológicas o históricas se encuentran radicadas en la cultura entendida como la “suma de los valores, las creencias y las estimaciones de una sociedad” (Chico Rico, 2015: 312) y como tales recorren transversalmente la escritura de Frye: esto es, una crítica literaria que pretende ser, a la vez, ciencia y arte y que, como hemos mostrado anteriormente, se inscribe dentro de un marco mitológico que deviene en última instancia en un mythos. De nuevo, nos gustaría retomar la hipótesis del orden verbal y narrativo de la ficción que posibilita una teoría coherente y organizada sobre la literatura, es decir, la crítica que Frye tiene en mente. El crítico canadiense suscribe una sugerente observación de Lévi-Strauss que aquél plantea en la introducción a The Great Code en los siguientes términos: “Literature continues in society the tradition of myth-making, and myth-making has a quality that Lévi-Strauss calls bricolage, a putting together of bits and pieces out of whatever comes to hand” (Frye, 1982: xii).22 En este sentido, Frye añadía que para él la Biblia constituye, precisamente, “a work of bricolage” (Frye, 1982: xxi). En la medida en que las Escrituras revelan a Frye un modelo de lectura de la literatura occidental, y ésta comparte con la Biblia, según el crítico, la condición de “obra de bricolage”, no resulta forzado plantear que la crítica literaria de Frye participa, también, de esta misma cualidad. En este sentido, la textura del marco mitológico en el que se inscribe la obra de Frye, integraría también en su diseño narrativo una galaxia de discursos literarios y no literarios que configuran el mosaico definitivo de su escritura.

Si el estatuto genérico de la escritura de Frye sigue estando desdibujado, sí que creemos que leer su obra desde un enfoque retórico-cultural nos permite dilucidar su crítica desde una perspectiva más anchurosa. En otras palabras, la Retórica cultural nos permite señalar e identificar la galaxia de discursos que configura la crítica de Frye y su condición cultural. Desde esta perspectiva retórico-cultural la dimensión perlocutiva de persuasión y convicción del concepto de crítica literaria que defiende Frye encontraría, quizás, la cifra más precisa de su expresión al final de la Anatomy: “Some such activity as this of reforging the broken links between creation and knowledge, art and science, myth and concept, is what I envisage for criticism” (Frye, 1957: 354).23 Justamente, en su escritura -crítica y/o literaria- cristaliza ese deseo de volver a forjar los lazos rotos que acaso unieran alguna vez creación y conocimiento, arte y ciencia y mito y concepto (Amezcua Gómez, 2013: 290). Es difícil, en este punto, no relacionar esta concepción de la crítica con la etapa del lenguaje a la que Frye, siguiendo los planteamientos de Giambattista Vico, denomina fase jeroglífica o metafórica.

Por consiguiente, una teoría de la ficción como la que propone Frye pretende establecer un diálogo fructífero entre la literatura y la ciencia que difumina las fronteras que separan ambos discursos. En este sentido, este diálogo se ve reforzado por el dispositivo retórico de la metáfora que, por su capacidad de indagación en el lenguaje, se revela como una fundamental “vía para el conocimiento de la obra literaria, del discurso retórico […] pero también para el conocimiento del mundo y del propio ser humano" (Albaladejo, 2019: 560). De hecho, el propio Frye reconocía, en una entrevista realizada por Deanne Bogdan, el lugar privilegiado que la metáfora ocupa en su escritura cuando afirmaba que: “A critic works mainly with the left half of his brain. That was the way I always worked. And I used to steal metaphors from the right-hand side of the brain” (O’Grady, 2007: 801)24, esto es, las metáforas que recorren su escritura proceden, según el crítico, de la parte del cerebro en la que residen nuestras capacidades creativas. Frye no fue ajeno a la influencia que tuvo Ernst Cassirer en los años 50 del pasado siglo en relación a la idea de que la metáfora impregnaba e informaba cualquier tipo de discurso (Hamilton, 1990: 271). En este sentido, debemos tener presente el poder heurístico de la metáfora y el lugar central que ocupa este dispositivo en la Retórica pues, como ha señalado David Pujante en su Manual de Retórica:


22 “La literatura continúa en la sociedad la tradición de la invención de mitos; ésta posee una cualidad que Lévi-Strauss denomina bricolage,

la capacidad de unir pequeños retazos de cualquier cosa de que se disponga” (Frye, 1991: 21; trad. de Elizabeth Casals).

23 “Una actividad de este género, que consiste en volver a fraguar los eslabones rotos entre la creación y el conocimiento, el arte y la ciencia,

el mito y el concepto, es lo que contemplo con respecto a la crítica” (Frye, 1991: 467; trad. de Edison Simons).

24 “Un crítico literario trabaja fundamentalmente con el hemisferio izquierdo de su cerebro. Esta es la forma en la que siempre he trabajado.

De igual modo, siempre me he servido de las metáforas que hurtaba al hemisferio derecho de mi cerebro”; traducción propia.

“la metáfora es el modo expresivo por excelencia del mecanismo de conocimiento retórico” (Pujante, 2003: 206). Recuperando las palabras de Frye sobre el carácter eminentemente retórico de toda estructura verbal y reconociendo el lugar central que la metáfora ocupa en la Retórica y en la dimensión cultural de ésta (Albaladejo, 2019: 575) resulta pertinente referirse al papel decisivo de este dispositivo retórico en la escritura de Frye. Para el crítico canadiense ningún discurso verbal es impermeable a la retórica y la propia metáfora se revela como motor de la argumentación lógica implícita a cualquiera de estos discursos. La metáfora no funciona para Frye como un mero ornamento del lenguaje: “Think rhetorically, to visualize (…) abstractions, to subordinate logic and sequence to the insights of metaphor and simile, to realize that figures of speech are not ornaments of language, but the elements of both language and thought” (Frye, 1970: 93-94).25

La metáfora se revelaría, pues, como una de las vías más poderosas de indagación de la expresión retórica a la que la lógica de cualquier argumentación se encuentra subordinada: una suerte de umbral que abre una vía para el conocimiento más preciso del mundo y del ser humano (Albaladejo, 2019: 560). Resulta pertinente, en este punto, observar el uso revelador del término “insight” en la cita que acabamos de ofrecer pues, precisamente, la honda percepción que el hallazgo de una metáfora proporciona conecta con la siguiente afirmación que describe certeramente la crítica del autor canadiense: “The generation of thought from insight rather than analysis was typical of Frye” (Cayley, 1992: 7).26 Esta generación del pensamiento a partir de una percepción inspirada (insight) se aprecia claramente en las famosas intuiciones fundamentales que según Frye han forjado su pensamiento crítico y a las que él se ha referido como epifanías de Edmonton y Toronto (Ayre, 1989; Cayley, 1992). La primera de ellas tuvo lugar leyendo Der Untergang des Abenlanden (1918) del filósofo alemán Oswald Spengler, y Frye la describió como “A vision rather than a theory or a philosophy, and a vision of haunting imaginative power” (Ayre, 1989: 65).27 Tanto el término insight como el de vision interaccionan semánticamente entre sí y dan cuenta de los mecanismos de la imaginación con los que Frye alumbra esas metáforas que permiten restaurar, a través de su escritura, esos vínculos rotos que separan la literatura de la ciencia. Así, la visión de la decadencia de la historia de occidente propuesta por Spengler le proporciona a Frye la metáfora orgánica con la que el crítico canadiense da forma a su propia teoría sobre la historia cultural en el primer ensayo de la Anatomy, si bien Frye concibe el devenir de la historia como un “cultural aging” o (envejecimiento cultural), huyendo así de las connotaciones negativas del término “decline” (decadencia) (Frye, 1991b: 113), y dejando vía libre a un ricorso viqueano que le aleja de la visión pesimista de la historia de Spengler (Warkentin, 2006). De esta manera, cuando consideramos la metáfora orgánica que organiza la historia cultural desplegada en el primer ensayo de la Anatomy, encontramos un ejemplo del poder heurístico de ésta en tanto vehículo o vía de conocimiento con capacidad para vislumbrar y bosquejar los contornos de una teoría. Dicha historia cultural se inscribe necesariamente dentro de un marco mitológico, el revelado por la lectura de la poesía de William Blake durante lo que se conoce como la epifanía de Toronto. Un marco mitológico que, como ya se ha abordado en el anterior epígrafe, gravita en torno a la Biblia y, en la medida en que arraiga en una determinada sociedad, contribuye a crear la historia cultural que Frye relata en el primer ensayo de la Anatomy of Criticism (Frye, 1982: 34).

Hemos señalado el lugar central que ocupa la metáfora en la Retórica y la dimensión cultural de ésta, siendo aquélla un componente fundamental de la Retórica Cultural (Albaladejo, 2019: 575). Como bien ha señalado Albaladejo, este dispositivo retórico “se sitúa en una privilegiada posición interdiscursiva en el ámbito de los géneros literarios y las clases discursivas, pero también en el ámbito de las relaciones interdiscursivas” (Albaladejo, 2016: 55). Precisamente, es esta ubicación interdiscursiva de la metáfora la que permite que ésta arraigue en la escritura de Frye, en el empeño del crítico de crear un espacio que acrisole los discursos científico y literario. En el caso de la obra de Spengler citada podemos comprobar cómo la metáfora orgánica que sostiene su visión de la historia de occidente - vinculada ésta a una



25 “Pensar desde la retórica, visualizar [...] abstracciones, subordinar la lógica a las capacidades perceptivas de la metáfora y el símil, cobrar

consciencia de que las figuras del discurso no son meros ornamentos del lenguaje, sino los elementos fundacionales del lenguaje y el pensamiento”; traducción propia.

26 “La generación del pensamiento a partir de la inspiración y no del análisis era típica de Frye” (Cayley, 1997: 15; trad. de Carlos Manzano). 27 “Más que una teoría filosófica [ofrece] una visión de un poder imaginativo inquietante”; traducción propia.

culturalidad específica- se integra en el entramado crítico del primer ensayo de la Anatomy en virtud de esa capacidad que tiene este dispositivo retórico de proyectarse interdiscursivamente. La activación de esta metáfora y su posterior proyección en la teoría de la historia cultural propuesta por Frye, surge a partir de la epifanía visionaria de Edmonton referida anteriormente. El hallazgo de dicha metáfora y su posterior activación e inserción en la crítica de Frye se puede explicitar cabalmente a partir de la noción de motor metafórico propuesta por Tomás Albaladejo, que define en los siguientes términos:

El motor metafórico impulsa y conduce la generación de la metáfora y la sostiene comunicativamente en su instauración textual y en su proyección hacia la instancia receptora, sobre la cual actúa perlocutivamente para que sea identificada como metáfora e interpretada en el proceso de recepción (Albaladejo, 2016: 23).


Dicho de otro modo, la activación del motor metafórico por parte de un autor -y en general de todo productor lingüístico- cristaliza en la construcción de una metáfora que se proyecta comunicativamente en su plasmación textual para ser percibida de manera equilibrada por la instancia receptora (Albaladejo, 2019: 568). En este sentido, dadas la dimensión interdiscursiva y cultural de la metáfora podemos elucidar la proyección e inscripción de ésta en la escritura crítica de Northrop Frye. Este dispositivo retórico da muestras, así, de su capacidad de indagación y conecta, a su vez, con el verum-factum viqueano en la medida en la que una percepción visionaria como la descrita por Frye deviene en un acto constructivo que cristaliza, en el caso tratado, en el primer ensayo de la Anatomy así como en la visión de la historia cultural de Frye.


Conclusiones


En el presente trabajo hemos abordado la teoría literaria de Northrop Frye prestando especial atención, en primer lugar, a la aportación decisiva de la Biblia como unidad imaginativa y marco mitológico en el diseño arquitectónico que sostiene su escritura crítica. De esta manera, hemos señalado cómo la interpretación tipológica o figural impulsa las líneas maestras de sus formulaciones teóricas y da cuenta fiel de su concepción del devenir de la historia. La Biblia se erige, así, en una suerte de modelo para la lectura y el estudio de la literatura occidental. Por otro lado, hemos querido acercarnos a la crítica literaria de Frye desde la perspectiva de la Retórica Cultural propuesta por Tomás Albaladejo con el objeto de ensanchar nuestra comprensión de una escritura que se encuentra impulsada por una tensión fructífera sin resolver que lleva al propio Frye a afirmar que su crítica puede ser considerada tanto científica como artística o creativa. Si bien el estatuto genérico de su escritura crítica puede ser difícil de determinar, pensamos que la perspectiva retórico-cultural nos permite contemplarla como un gran mosaico retórico en el que convive una galaxia de discursos radicados en la cultura que, en última instancia, confluyen en ese mythos o narración primigenia de la historia de la literatura que pretende ser su escritura crítica. Para reforzar los desdibujados vínculos entre los discursos de la ciencia y la literatura, hemos señalado el valor de la metáfora como vía de indagación y conocimiento que contribuye a trazar los puentes que unen las orillas de cada uno de aquellos discursos. En este sentido, nos hemos referido a la metáfora orgánica que articula la historia de occidente de Spengler y a la inscripción de ésta en la concepción de la historia cultural que Frye desarrolla en el primer ensayo de la Anatomy. Para dar cuenta del alumbramiento y posterior activación de dicha metáfora, nos hemos servido de la noción de motor metafórico entendido como impulsor y conductor de la creación metafórica hasta que ésta cristaliza (Albaladejo, 2016: 55). Es precisamente en virtud de la dimensión interdiscursiva y cultural del dispositivo retórico de la metáfora, que podemos dilucidar el valor y la funcionalidad decisivos de este tropo en la configuración de la escritura crítica de Northrop Frye.


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